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Isabel Aranda

Profesora de EAE Business School

El SMI marca el mínimo legal que puede percibir un trabajador por su trabajo. Su subida a 1.080 euros mensuales va a afectar a unos 2,5 millones de trabajadores, especialmente mujeres, jóvenes y contratados temporalmente y que no cuenten con un convenio colectivo que mejore las condiciones básicas. Afecta mucho menos a las grandes empresas ya que suelen tener beneficios añadidos para sus empleados, como son la mejora del salario y, en los convenios colectivos, se recogen mejoras específicas que superan este SMI. Afectará más a sectores como el sociosanitario, agricultura, limpieza y asalariados de autónomos. En total al 13,7% de los asalariados. El perfil más habitual será mujer, con contrato temporal, en el sector agrícola o servicios. Es precisamente en las PYMES donde va a tener impacto económico incrementando los costes de su actividad por lo que no es una medida que todos perciban como positiva. 

El Banco de España, entre otras instituciones, indica que esta medida, como ya ha ocurrido anteriormente, no va a beneficiar la creación de empleo, sino lo contrario, frenará su creación e incluso supondrá prescindir de algunos trabajadores debido al incremento de costes en la gestión de la actividad empresarial. También afectará a la petición de subsidios y el paro, incrementando su cuantía. Difícilmente compensará la subida constante de los precios debido, entre otras causas, a la carga impositiva sobre el trabajo.

Además de la repercusión económica para las empresas y el impacto en el empleo, las subidas del SMI tienen un importante impacto a nivel social.

Desde un punto de vista sociológico, es indudable que todas las medidas que favorezcan la mejora de la capacidad adquisitiva de los trabajadores van a redundar en una mejora de su calidad de su vida, en mayor o menor grado. Hay que tener en cuenta que esta subida es una más de las realizadas en los últimos años donde el SMI ha ido incrementándose desde el año 2000 de 424,8 a 1.080 euros actuales. Socialmente puede verse como una medida de apoyo social y mejora de la justicia social, al mejorar las condiciones económicas de los trabajadores con menos retribución.

Desde un punto de vista psicológico, el trabajador puede recibir la noticia con alegría al ver que su situación es tenida en cuenta y que se actúa para favorecerle. Ser visible y atendido es una de las necesidades de las personas y que más se relaciona con su equilibrio y bienestar psicológico por lo que la medida favorece la aparición de emociones positivas y una ampliación de la esperanza en el futuro. A nivel de motivación en el trabajo, cualquier subida del salario es percibida como positiva cuando repercute en el neto que cobra el trabajador. Cabe el caso de que, aunque suba el salario finalmente el trabajador reciba una cantidad muy similar a la anterior debido a la carga impositiva. Ahora bien, según los estudios de Psicología del Trabajo, se sabe que, al cabo de tres nóminas, las personas se habitúan a la subida y deja de tener ese efecto motivante por lo que la alegría inicial da paso a la habitualidad e indiferencia, un efecto que se verá acelerado si la subida se enfrenta a un mayor coste de la vida, y, por lo tanto, no llegara a beneficiar el poder adquisitivo del trabajador. 

Hoy en día, es habitual oír hablar del salario emocional como la fuente de compromiso y motivación de los trabajadores. Diversos estudios de la consultora Gallup, indica cómo el grado de engagement de los trabajadores con sus empresas está vinculado con los aspectos emocionales. Y, ciertamente es necesario que las personas vean atendidas sus necesidades para sentirse a gusto con su trabajo. Si consideramos como modelo explicativo la Pirámide de necesidades de Abraham Maslow, entenderemos que hay una jerarquía de necesidades y que primero es necesario tener las necesidades básicas cubiertas (alimento, vivienda, etc.), que hoy en día, además, se vinculan con justicia social, para plantearse otras necesidades que sí pueden ser resueltas por el salario emocional. Por ello, el incremento del SMI asienta la satisfacción de este nivel de necesidades, el más básico y necesario para que, posteriormente, esté abierto a otras medidas de la empresa que faciliten su bienestar y compromiso con la actividad empresarial.