Emprendimiento es una palabra cada vez más usada. Una expresión que según la RAE significa “inicio de una actividad que exige esfuerzo o trabajo, o tiene cierta importancia o envergadura”, y que, sin embargo, en el imaginario social parece haber tomado el tono de “fracaso”. Da la sensación de que aquellos que emprendemos estamos condenados a cerrar, pero aún hay quienes creemos en nosotros mismos y le sumamos ilusión, lucha y trabajo a todo el esfuerzo que contribuye a alcanzar nuestros objetivos, como es el caso de Sounditi.
En España, el sector de las startups, es uno de los que más protagonismo está adquiriendo en los últimos años. Cada vez más emprendedores nos animamos a invertir, innovar y buscar soluciones en un entorno competitivo, copado por grandes corporaciones entre las que no siempre es fácil encontrar nuestro lugar. Aquí es donde radica la dificultad, y es que según las últimas cifras ofrecidas por el mapa del emprendimiento 2018 elaborado por Spain Startup-South Summit, estas empresas tienen una vida media de solo dos años. ¿A qué se debe esta escasa esperanza de vida? Principalmente a las pocas expectativas de crecimiento y a la necesidad de unirse a algún gigante para poder continuar con la actividad. Al fin y al cabo, el dinero manda.
Otro de estos sectores en los que la actualización es esencial es el de la música, un ámbito que ha experimentado un gran cambio desde sus orígenes y, ha visto cómo su formulación se ha modificado por completo, en especial en los últimos años, creando un modelo de negocio completamente distinto. Desde la venta de discos, a la era de las descargas; en la actualidad se ha llegado a un escenario en el que el streaming es el rey. En España en particular existen unos 2,3 millones de suscriptores que generan unos ingresos de más de 115 millones de euros, generando un alto retroceso en las descargas de canciones y álbumes, según datos del último informe Ifpi.
Esta es la situación en varias industrias, a la que se enfrentan cientos de personas que pertenecen a esos dos tercios de startups que logran superar los dos primeros años de vida, haciendo lo imposible por despuntar y que, por encima de todo, luchan por un sueño: su auténtica vocación. Y es que en los sueños está, precisamente, el límite y, ese límite viene fijado por la creatividad -y el infinito trabajo- del innovador.
Así que, en este oscuro escenario, entre dos áreas con datos tan poco esperanzadores ¿por qué no buscar esa luz entre las tinieblas?
Uno de estos ejemplos de descubrimiento de la armonía dentro de la complejidad se encuentra en firmas como Sounditi. Su éxito consiste, precisamente, en un modelo de negocio novedoso, diferente y no dependiente de las grandes corporaciones en lo que a financiación externa se refiere. Porque ¿y si David colaborase con Goliath, y no como siempre? Esto es precisamente lo que hemos conseguido en esta compañía especializada en audiobranding neurocientífico; trabajar codo con codo con los grandes y colaborar para agregar valor añadido.
Una combinación entre el arte de la música; la ciencia y la tecnología con nuestro motor de inteligencia artificial capaz de vincular sonidos a emociones mediante la lectura de los rostros de las personas basada en neurociencia; y marketing, ya que su finalidad es la creación de identidad de marca para que ésta emocione a las personas en cada touch point.
Es, por tanto, un modelo de negocio inspirado en la era millenial, y casi en la Generación Z, en el que la tecnología es el eje principal. Compañías como esta consiguen que el sector se reformule potenciando la apertura del mercado y ofreciendo oportunidades donde antes parecía imposible llegar.
Y a su vez está ayudando a las marcas a comunicarse en entornos en los que lo visual no es suficiente, alcanzando así nuevas cuotas de mercado, generando nuevas experiencias para sus clientes y captando brand lovers que se unan a una personalidad, y no a un producto. La innovación se convierte así en la propia oportunidad de negocio, por el que todas las marcas, antes o después deberán pasar. Porque… ¿cómo va a comunicarse una marca en los nuevos entornos de voz de Amazon Alexa, Siri de Apple o Google Assistant, sin tener la suya propia?