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Javier Fernández-Pacheco,

Profesor de EAE Business School

O al menos eso es lo que dice el conocido refrán agrícola. El significado es que todo aquello que en un determinado momento puede ser beneficioso para unos, será necesariamente perjudicial para otros.

Y así la lluvia, siempre beneficiosa para nuestros campos, puede dañar los viñedos cuando se da a principios de verano. Esa agua que nutre y da vida a nuestras tierras, cuando se combina con temperaturas moderadamente altas, puede dar lugar a la aparición del Mildiu, una enfermedad causada por el hongo Plasmopara viticola. Por ello, mientras que muchos agricultores estarían encantados de ver nubarrones oscuros en el cielo, otros tantos estarían más bien preocupados. Aun cuando la lluvia sea en realidad necesaria para todos ellos.
Viene todo esto a colación de las últimas subidas de tipos del Banco Central Europeo (BCE) y las voces discordantes que se están comenzando a dar, en algunos de los países del sur de Europa, alegando que las subidas pueden perjudicar a sus economías. Consideran que una subida que hasta el momento había sido inevitable, puede acabar convirtiéndose en perjudicial si se mantiene en el tiempo. En especial para economías cuya inflación da señales de contención, como es el caso de Portugal, con una inflación del 4,3% o de España con un 2,3% según el indicador adelantado de Julio.

Pero ¿Hasta qué punto es cierto que en España tenemos la inflación contenida y que nos conviene una bajada de tipos? ¿O se trata tan sólo de una excusa y las verdaderas razones para demandar una relajación de la política monetaria son otras?

Empezando por el final hay dos aspectos que se han de tener en cuenta. En primer lugar, que una política monetaria más laxa, con unos tipos de interés más reducidos, ayudaría a que los países del sur de Europa pudieran hacer frente a la refinanciación de su deuda. Ésta es superior al 100% del PIB en Italia, Portugal y España, mientras que es de un 66% del PIB de Alemania. Y la subida de tipos afecta más a los primeros. En segundo lugar, cuanto más elevada sea la inflación, más fácil será devolver esa deuda a lo largo del tiempo. La inflación elevada ayuda a quien tiene que devolver un préstamo (pues los euros que se devuelve valen cada vez menos) y en cambio afecta negativamente a quien ha prestado el dinero.

De esta manera, los países del sur podrían estar más interesados, que países como Alemania, en que la inflación se mantenga relativamente alta durante más tiempo.

¿Y podemos al menos decir sobre si la inflación está contenida en España?

Es importante notar que, si bien la inflación interanual está en ese 2,3% mencionado antes, la subyacente (inflación sin tener en cuenta los costes de la energía y alimentos no procesados), resiste y se mantiene en el 6,2%.

De la misma manera que cuando hay un pico inflacionario debido a energía o alimentos, argumentamos que la situación no justifica una subida de tipos porque la inflación que importa es la subyacente, también ahora deberíamos hacer lo mismo y aceptar la subida de tipos hasta que la inflación subyacente esté contenida. Aunque no nos guste. Hacerlo de otra manera es hacernos trampas al solitario.

Ya lo decíamos al principio, que nunca llueve a gusto de todos. Pero sí que estamos todos de acuerdo en que la lluvia, aunque parezca no convenirnos en un momento determinado, es necesaria.