La economía andaluza está experimentando un notable proceso de integración, de internacionalización, crecimiento y creación de empleo. Aspectos estos últimos que han sufrido un duro quebranto en los últimos años, como ha sucedido en el conjunto de España, por los efectos demoledores de una crisis que ahora empieza a remitir abriendo un horizonte prometedor y preñado de expectativas.
El avance de las exportaciones ha puesto de relieve una vez más que la internacionalización es la gran locomotora de Andalucía, llevándola de nuevo por las sendas del crecimiento. No es baladí que entre los objetivos principales de las Cámaras de Comercio andaluzas esté el apoyo y orientación a nuestras empresas para que puedan penetrar con éxito en los mercados exteriores. Fruto de este esfuerzo es el buen resultado de la balanza exterior. Así, el número de empresas exportadoras ha aumentado casi un 40 % desde el año 2018 y las ventas al exterior han crecido por encima del 80 %. En total, la facturación regional en los mercados exteriores se ha duplicado.
Las Cámaras de Comercio, hoy por hoy, son insustituibles, como instituciones de derecho público al servicio del empresariado. unas embajadoras de primer orden para promover el desarrollo y la expansión de las empresas.
Junto al comercio exterior, el turismo sigue asimismo ganando terreno llevando a Andalucía a alcanzar nuevos retos históricos, que pueden incluso superarse este año. No podemos perder de vista este polo de desarrollo que tan buenos réditos ha dejado en la Comunidad, aliviando en gran medida los grandes estragos de la crisis.
El turismo es un sector económico con presencia en todas las provincias de nuestra comunidad, y que atiende a una oferta variada, según las estaciones pero tan complementaria que abarca desde el clásico sol y playa hasta el cultural o ecológico. El cúmulo de posibilidades que ofrece Andalucía tiene por tanto su mayor forma de expresión económica en la oferta turística, y esa variedad constituye precisamente uno de nuestros activos más importantes.
La internacionalización y el turismo y la forma de apoyarlos e impulsarlos deben convertirse, por tanto, en una prioridad de nuestra política económica, porque sólo así se traducirá en mejoras permanentes y sostenibles de nuestra productividad y competitividad.
El espíritu de Antequera
En este contexto se incardina la antigua reivindicación de los Corredores del Atlántico y el del Mediterráneo, que convergen en Antequera y en el puerto de Algeciras, y se han convertido en un clamor generalizado de los empresarios. Andalucía goza de una situación geoestratégica privilegiada, como nudo de paso de las principales rutas del comercio. Pero esta posición y su gran potencial no están suficientemente aprovechados ni sirven de palanca al impulso que necesita nuestro tejido productivo.
Se trata de una infraestructura vital para nuestro progreso. Teniendo en cuenta estos factores de primer orden, el Consejo Andaluz de Cámaras de Comercio promovió en Antequera el i Foro por el Desarrollo de la infraestructura, que fue clausurado por la presidenta de la Junta de Andalucía, y movilizó a las grandes asociaciones industriales y empresariales que operan en la comunidad.
La convocatoria se coronó con la firma de una Declaración conjunta a la que se adhirieron la Junta de Andalucía, Cámaras de Comercio, Federación de Municipios y Provincias, empresarios y sindicatos con el objetivo de hacer de Andalucía la gran plataforma logística del Sur de Europa.
Queremos recuperar aquel espíritu de Antequera. Es imprescindible que se prioricen unas inversiones que permitirán nuestra integración en la red transeuropea ferroviaria.
No hay que olvidar que un sector industrial fuerte, amplio y diversificado es un requisito básico para que un territorio pueda conseguir un crecimiento económico elevado, competitivo y, por tanto, perdurable en el tiempo.
El futuro es apasionante, pero mayores son los desafíos pendientes, unos momentos precisamente, en los que la unión Europea trata de superar varios hitos críticos, como es el brexit, de consecuencias imprevisibles, pero que, de entrada, constituye, sin duda alguna, una amenaza para la propia esencia económica continental.
Otro acontecimiento de gran calado es la presidencia de Donald Trump y las medidas proteccionistas con las que está sorprendiendo al mundo y cuyo alcance habrá que aguardar algo de tiempo para conocer su impacto, aunque ya hemos visto algunas de sus consecuencias en la exportación de la aceituna negra.
Parafraseando a Einstein, no olvidemos que “entre las dificultades se encuentra la gran oportunidad”, pero hay que tener los ojos abiertos y poner los cimientos para asegurar el desarrollo de este gran potencial.