Fernando Rumoroso

CEO de Athlon Iberia

Durante mucho tiempo, la propiedad ha sido sinónimo de éxito, estabilidad e incluso de identidad. Comprar una casa, tener un coche en propiedad, acumular bienes… todo ello reforzaba una idea arraigada: poseer significaba avanzar. Sin embargo, en los últimos años hemos observado –en clientes, empresas y en la ciudadanía– que esta lógica está cambiando. Cada vez más personas priorizan la experiencia sobre la posesión, la flexibilidad sobre la permanencia y el uso inteligente de los recursos sobre la acumulación. 

Este cambio cultural no es casualidad: es una respuesta natural a un mundo donde todo evoluciona a un ritmo vertiginoso: la tecnología, los hábitos de consumo, la movilidad, las expectativas laborales, la forma en que gestionamos nuestro tiempo. En un entorno así, comprometerse durante años con algo que puede quedar obsoleto en cuestión de meses puede asustar a algunos. 

Pensemos en cómo consumimos entretenimiento, por ejemplo. Antes comprábamos discos, películas, incluso colecciones completas. Hoy accedemos a música y series cuando queremos, desde cualquier lugar y sin necesidad de poseer nada. Este modelo se ha extendido mucho más allá del ocio: lo aplicamos a la ropa, al software, a los espacios de trabajo… y, por supuesto, también a la movilidad. 

Las personas ya no buscan únicamente un coche; buscan una solución. Quieren poder desplazarse con tranquilidad, cumplir con la normativa sin preocuparse por si su vehículo quedará obsoleto, disfrutar de la última tecnología de seguridad y hacerlo sin asumir todos los costes, riesgos y responsabilidades que implica la propiedad. En ese sentido, el renting encaja de forma natural en este nuevo paradigma porque responde a una idea clave de nuestro momento cultural: tener más no es vivir mejor. 

La realidad es que la movilidad se está transformando: normativas más exigentes, ritmos acelerados de innovación y una mayor conciencia medioambiental hacen que muchos conductores –particulares o empresas—se cuestionen si comprar un vehículo sigue siendo la decisión más eficiente. Y es que el renting contribuye a la libertad, facilita la adaptación a los cambios y el acceso a vehículos modernos y seguros sin tener que preocuparnos por su depreciación o por futuras restricciones de movilidad.

Más allá de las regulaciones, este cambio habla de nuestra propia evolución. Hoy valoramos más la tranquilidad que la posesión, la utilidad sobre la acumulación y la capacidad de elegir sobre el compromiso permanente. Queremos soluciones que se adapten a nosotros, y no al revés.

Y es aquí donde la movilidad se convierte en un reflejo perfecto de nuestra forma de vida: dinámica, flexible y consciente. La gente también quiere conducir sin sobresaltos, sin sorpresas, sin facturas inesperadas. Y también quiere sentirse parte de una transformación hacia ciudades más limpias, más seguras y más humanas. El modelo de renting ayuda a hacer esa transición más sencilla, accesible y alineada con la forma en que pensamos hoy. 

Lo que vemos cada día en Athlon es que esta nueva forma de entender la propiedad no es una moda pasajera. Es una evolución real de nuestros valores y prioridades. Estamos dejando atrás la idea de que poseer es la única forma de disfrutar y estamos abrazando la libertad de acceder, utilizar, cambiar y avanzar sin renunciar a la calidad de vida.