En mi casa, como en la mayoría de los hogares españoles en los que la presencia de los abuelos era algo habitual, cuando eras incapaz de recordar algo siempre había un familiar cercano que te aconsejaba tomar rabillos de pasas para fortalecer la memoria.
Y no te lo decían por decir porque esta es otra de esas ocasiones en las que el acervo popular atesora mucha ciencia y mucho conocimiento. El rabillo es esa parte de la pasa que viene a continuación del tallo que une la uva al racimo y que está en el interior de la baya, algo así como el corazón de la fruta, y
parece ser que es rico en colina, un tipo de vitamina B que viene a ser algo así como el alimento del cerebro.
Y ¿por qué cuento todo esto? Pues porque creo que es absolutamente necesario que algunos sectores de nuestra sociedad (no quería poner políticos a secas por aquello de que también les pasa a otros colectivos) empiecen a consumir todas las pasas posibles con sus correspondientes rabillos.
El caso es que el resto de los mortales para cuestiones de política, que para otras sí es fundamental, no necesitamos mantener nuestra memoria en perfecto estado para poder rebatir los argumentos que, contradiciendo en su totalidad lo que dijeron con anterioridad, se empeñan en mantener. No lo necesitamos porque la tecnología nos permite buscar de mil maneras distintas declaraciones en casi cualquier tiempo y formato y resulta realmente triste comprobar que, con toda la naturalidad del mundo, donde dijeron digo, ahora dicen Diego (otra de esas frases sublimes que tanto me gusta utilizar).
Nos encontramos de nuevo con que el discurso mantenido en el tiempo puede olvidarse en un segundo cuando lo que está en juego es el poder. Da igual cómo, lo importante es mantenerse en el cargo y medrar, siempre medrar, sin importar qué o quién se deja en el camino. Y me refiero a unos y a otros, y a esa memoria colectiva que nos quieren hacer perder.
Las mujeres estamos en plena campaña para defender que cuando decimos no, es que realmente es no. Ahora empiezo a entender por qué cuesta tanto que entre en determinadas cabezas, y es que cuando decían no, con toda la rotundidad del mundo, lo que querían decir es “ahora no me viene bien
porque pierdo votos, pero si me veo ante el peligro de perder mi poder, podremos volver
a hablar”.
Si los pactos de gobierno que se anuncian llegan a producirse pido por favor que alguien
me explique cuál ha sido el motivo por el que hemos perdido siete meses de nuestra vida y hemos vuelto a gastar un dinero que no teníamos en celebrar nuevas elecciones. Pues bien, nos hacen falta rabillos de pasas para no olvidar lo que los populismos están haciendo en otros lugares del planeta, los de cualquier color. Para no olvidar nuestras propias vivencias donde unos mataban y otros moríamos, ellos ejecutando en nombre de unas ideas y los demás muriendo por el simple hecho de no compartirlas. Que hay asesinos que nunca pidieron perdón por lo que hicieron, que hoy se llaman representantes del pueblo, y a los que se está llamando a la puerta.
Rabillos de pasas para alimentar nuestro cerebro y ser capaces de diferenciar claramente entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo importante y lo urgente. Urgente es tener gobierno, pero no cualquier gobierno, porque lo realmente importante es que el país, nuestra España, pueda continuar hacia adelante.