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Javier Rivas

Profesor en EAE Business School

Todo depende de lo que arrojen como resultados las elecciones europeas, que a priori no van a dar mayoría a ninguno de los dos grandes grupos de partidos del Parlamento Europeo, además la presencia de parlamentarios escorados muy a derecha e izquierda (lo que tradicionalmente recibe el calificativo de ultra)

En ese sentido, si no es posible alcanzar una mayoría suficiente para que uno de los candidatos de los grandes partidos alcance el puesto, Draghi podría ser una solución de consenso, dado su bagaje como gestor que, aunque no exento de controversias, es innegable. Draghi ocupó el puesto más difícil que ningún gestor europeo ha tenido nunca, presidente del Banco Central Europeo en un momento en el que el euro estuvo a punto de desaparecer… y luego remató su carrera gestora como presidente de una Italia completamente devastada por la desunión política y la mala gestión de la pandemia de COVID.

Sí, sin duda Draghi tiene serias opciones de alcanzar ese consenso, pero la duda es ¿qué cabe esperar de él?

En primer lugar, por su historia, será un líder que buscará maximizar la eficiencia de la utilización de los fondos comunitarios, es claro, casi palmario, que en la actualidad esto no es así, un ejemplo entre miles es el propio Parlamento Europeo con más de 700 parlamentarios con sueldos próximos a los 10.000 al mes, aportaciones a planes de pensiones generosas, dietas, asesores… en suma 2.500 millones euros, prácticamente, de dispendio.

Cabe esperar de Draghi que luche por la aplicación de las normas fiscales, hoy en día casi en el olvido, si en 2008 los países hubieran cumplido con lo acordado en el Tratado de Maastrich la crisis del euro no habría sido tan grave, él lo sabe de primera mano porque tuvo que hacer absolutos juegos malabares (a veces yendo más allá del papel recogido en los estatutos del Banco Central Europeo) para salvar la moneda común.

Pero claro, Draghi debe ser un líder de consenso, o no será por tanto tendrá que buscar el acuerdo en distintos aspectos que son sumamente controvertidos, entre otros:

  • ¿Hasta dónde llegar en la futura ampliación? Muchos apuestan por abrir negociaciones con Moldavia y Ucrania ya a la vuelta de las elecciones, lo que generaría un problema muy interesante meter en la UE a dos países cuyas fronteras no están nada claras y que reclama parcialmente Rusia. ¿Lo mismo con Turquía y con varios países eslavos que incrementarían la enorme masa euroescéptica del este de Europa ya presente en la U. E. haciéndola aún más ingobernable?
  • ¿Qué hacer con la reforma agraria? La PAC llegó a representar casi el 80% del presupuesto de la U.E. hay que reformarla, pero está claro que la nueva PAC no goza el beneplácito de amplios sectores y será necesario volver a negociar
  • ¿Debe la U.E. avanzar más en la Unión Política, especialmente en una política defensiva común que permitan tener una política exterior menos dependiente de Estados Unidos? Muchos actores lo reclaman, entre ellos el principal valedor de Draghi, Macron, cuyo país lleva teniendo una voz propia en política exterior y no siempre en consonancia con el mundo anglosajón

En resumen, sea quien sea el nuevo presidente de la Comisión afrontará una serie de retos de envergadura, Draghi tiene las capacidades, el conocimiento y el coraje como para afrontar estos retos, si él es el elegido, solo cabe desearle la mejor de las suertes.