José Manuel González-Páramo

Presidente del Consejo de Supervisión de European DataWarehouse GmbH

En los últimos años estamos viviendo un proceso de transformación ecológica de la economía europea. Y este proceso pasa también, sin duda, por el sector inmobiliario, un sector que, en muchos casos, es un gran olvidado. Y no es por algo relacionado con la ideología; se trata de datos. Y así lo demuestra que más del 75% de los edificios en Europa presentan una eficiencia energética deficiente y, al mismo tiempo, consumen nada menos que el 40% de la energía total del continente. No es ningún secreto que una parte significativa de la población vive en viviendas mal acondicionadas térmicamente o con facturas de servicios que no pueden asumir. Por ello, renovar este parque inmobiliario se ha convertido en un auténtico imperativo climático, además de una cuestión de justicia social y viabilidad económica.

Entre otras muchas, Europa se ha fijado como meta reducir sus emisiones en un 55% para el año 2030, y dando un paso más adelante, alcanzar la neutralidad climática en 2050. Para lograrlo ha desarrollado un marco normativo muy exigente (y necesario) que impone nuevas obligaciones de transparencia y alineamiento sostenible a todos los agentes financieros. Sin embargo, la realidad es que estas normas han chocado de bruces con un problema estructural: la falta de datos estandarizados y fiables sobre la sostenibilidad de los préstamos hipotecarios y las financiaciones para la renovación de edificios.

En esta compleja realidad, el proyecto ENGAGE for ESG se convierte en una pieza clave para desbloquear el potencial de la financiación verde, y lo hace desde su nacimiento, en el año 2022 con el determinante respaldo de la Unión Europea, mediante el desarrollo de soluciones tecnológicas que abordan, precisamente, esta carencia de información. Porque las plantillas y el portal que lo componen permiten a las entidades crediticias evaluar el grado de alineación de sus carteras con la Taxonomía Europea y verificar la calidad de sus datos. Y lo hacen sin la necesidad de complejas integraciones informáticas.

Enfoque pragmático

Uno de los grandes avances de esta iniciativa es su enfoque pragmático. Las plantillas son compatibles con todo tipo de préstamos hipotecarios o financiaciones para renovación, ya sean simples, sindicados o titulizados. Además, admiten escenarios en los que no toda la información está disponible, incluyendo opciones de no data basadas en estándares europeos, lo que permite a las entidades empezar a trabajar desde su realidad operativa.

Este nuevo portal introduce una funcionalidad muy esperada, como es la capacidad de generar informes de alineación y calidad de datos que pueden compartirse con supervisores, agencias de rating o inversores, lo que aumenta la transparencia en el mercado y facilita el cumplimiento con indicadores como el Green Asset Ratio, cada vez más relevante en la regulación financiera europea.

Pero lo realmente trascendente es que estos avances no se quedan en la teoría: desde mediados de 2024 varias entidades han probado las herramientas con datos reales, confirmando que mejoran la capacidad de reporte y permiten detectar oportunidades de financiación verde dentro de carteras existentes. Es decir, que ayudan a cumplir la norma y redirigen capital hacia inversiones sostenibles.

Sin datos no hay transición

En un evento celebrado esta primavera en Madrid que contó con la participación del Banco de España quedó claro el creciente consenso entre reguladores, entidades financieras y expertos ante una realidad indiscutible: sin datos de calidad, no hay transición posible. Y nos encontramos con que en el caso de la vivienda, actuar es urgente, sobre todo antes realidades como la que vivimos en España, donde más del 20% de la población no puede mantener su hogar adecuadamente caliente en invierno, y un 23% habita en edificios con humedades, goteras o carpinterías degradadas. No podemos, ni debemos, olvidar que estos datos esconden detrás un coste humano, económico y climático. Porque detrás de estos datos hay personas y familias.

Por eso creo que iniciativas como ésta son, realmente, más que herramientas técnicas, convirtiéndose en catalizadores de un cambio de modelo. Su valor reside en combinar el cumplimiento regulatorio con la generación de impacto social y ambiental, por lo que podemos asegurar que no se trata únicamente de adaptar procesos; hablamos de reorientar el sistema financiero hacia objetivos que beneficien a todos.

Con el actual respaldo de la Unión Europea, y gracias a un creciente ecosistema de entidades colaboradoras, esta iniciativa se perfila como uno de los pilares para impulsar una financiación verde inclusiva, automatizada y verificable. Aún queda un largo camino por recorrer, pero al mismo tiempo, las bases ya están puestas. Si queremos que la regulación climática no se quede en papel mojado, necesitamos datos. Y si queremos que esos datos sean una palanca de cambio, necesitamos proyectos como éste, proyectos que hagan posible el reto de transformar, definitivamente, el parque inmobiliario europeo.