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Beatriz Fernández Alonso

Digital Strategy Manager de Boost by Stratesys

El mundo cambia constantemente. Quien no se adapta, muere. Todos estamos cansados de escuchar esta frase. Pero cuando la empezábamos a relativizar, llega la nueva normalidad y nos recuerda que la innovación y el cambio en las organizaciones son realmente necesarios para sobrevivir.

Asumido esto, es importante ser conscientes también de que el cambio no sucede solo. Ni mucho menos. Existen, cada vez más, perfiles dentro de las empresas que lo impulsan. Algunos porque tienen este cometido y, otros, porque son generadores del cambio por naturaleza. CEOs, directores, recursos humanos, facilitadores, comunicación interna… Perfiles que se convierten en activos muy valiosos para las empresas a la hora de afrontar este reto.

Como dice Alice Lam, profesora de Estudios de la Organización en la University of London, “una característica de la innovación es que está formada por una nueva combinación de ideas, conocimientos, capacidades y recursos”. Analizando esta frase se pueden extraer varias características que debe tener toda empresa que busque innovar y diferenciarse. Estas son apertura y flexibilidad, capacidad innovadora y una rápida adaptación de recursos.

Estos tres ingredientes, y sin entrar en las particularidades de cada tipo de organización, son más frecuentes en estructuras orgánicas y flexibles. Una de las razones principales es que, en esa búsqueda constante de agilidad y adaptación al cambio, las empresas tienden a romper con las estructuras estáticas y a encaminarse hacia modelos orgánicos centrados en el trabajo entre equipos, cada uno de ellos con recursos y capacidades para tomar decisiones.
Esto, como se ha demostrado, se refleja en mejores resultados de productividad, calidad en el delivery, eficiencia y optimización de recursos, equipos motivados, etc., así como a reducir costes. Por otro lado, las estructuras más estáticas pueden encontrarse con mayores costes por ineficiencias, capacidades innovadoras limitadas, falta de estímulos para la generación de ideas y mayor lentitud en la adaptación a los cambios del mercado.

Sin embargo, lo más importante es que todo esto afecta, y mucho, en la calidad que se percibe del servicio o del producto. Aunque pueda parecer que es solo un tema interno, de la propia operativa de la empresa, los flujos de trabajo y estructuras tienen su reflejo en la percepción del cliente final y, por lo tanto, en las ventas.
La transformación digital realmente no es tan “digital” como transmite el propio concepto. Es más bien una transformación de personas, de cultura organizacional. Es una transformación de procesos, de principios, de la manera de ejecutar las tareas. De buscar un ritmo de negocio más ágil, de la colaboración continua entre equipos y roles. De mantener una cultura de evolución permanente. Y del impulso del talento y el aprendizaje, compartiendo conocimiento y eliminando vacíos de información. Solo entonces, se consigue un verdadero cambio organizacional.

Durante los últimos años, se ha afianzado el uso de modelos que fomentan la creatividad e innovación como, por ejemplo, Agile, Design Thinking, Scrum, Kanban y Lean. No obstante, son más la compañías y personas que presumen de saber utilizarlas que las que realmente pueden. Solo las empresas que tienen una cultura compatible con esta nueva manera de trabajar pueden integrarlas y sacar el máximo provecho de ellas. Porque no se trata de “hacer lo mismo, pero con otras palabras”. Es hacerlo diferente, aplicando estas herramientas correctamente y teniendo una estructura capaz de adoptarlas.

En este contexto, la definición de los flujos y metodologías de trabajo se vuelven clave para mejorar los KPIs de cada área, empoderar a los empleados y contar con equipos motivados y comprometidos. Además, también sirve para poder ofrecer un mejor servicio a clientes y consumidores finales y para ser capaz de mantener niveles altos de calidad a través de una organización alineada con las best practices.
En /Boost llevamos mucho tiempo inmersos en este proceso, trabajando con los equipos para definir los flujos y metodologías de trabajo. Por eso, decidimos crear una plataforma digital interna que facilitase su entendimiento, acogida y uso por parte de los equipos: WoW (Way of Working). Creamos una herramienta visual, clara y directa, que nos ayudase precisamente a potenciar este tipo de metodologías. 

Es fácil querer promover esta transformación, pero es difícil conseguirlo sin plataformas o herramientas en las que apoyarte. Al final, WoW tuvo tanto éxito en nuestra empresa que decidimos convertirlo en un producto para poder compartirlo con otros impulsores del cambio, para ayudar a otras empresas a formar parte de este nuevo escenario organizacional.

Como veníamos diciendo, para llevar a cabo este tipo de transformaciones, no basta solo con trabajar en equipo. Se trata de construir juntos, bajo una misma visión y objetivos. Y ese es el verdadero reto. Trabajar en equipo es fácil, lo difícil es hacerlo de manera eficiente, con un buen ambiente de trabajo y equipos realmente motivados.