El futuro de la gobernanza de la IA: ¿por qué es importante la regulación?
Alberto Casillas | 17/07/2025

La inteligencia artificial (IA) no se nos presenta ya como algo alejado de nuestra vida diaria. Forma parte de la misma, tanto a través de las recomendaciones personalizadas como de modelos capaces de producir textos, imágenes y decisiones.
Es cierto que la IA tiene grandes ventajas, pero también implica riesgos que van desde sesgos, desinformación, pérdida de empleo, violación de la privacidad o amenazas provenientes de armas autónomas. De ahí que se haga tan necesaria la gobernanza y regulación de la inteligencia artificial.
El auge de la IA y su impacto
Los sistemas de IA son hoy más potentes y ubicuos. Herramientas como GPT-4 o los generadores de imágenes han transformado radicalmente la creación de contenido. Sin embargo, esos mismos usos pueden implicar retos éticos.
Los datos sesgados pueden dar lugar a discriminación y los deepfakes pueden erosionar la confianza en la información. Por ello, es urgente establecer marcos regulatorios que garanticen su uso responsable.
¿Por qué es importante la regulación de la IA?
Dada la consideración que se tiene de la IA y su crecimiento, es necesario establecer unas normas claras para velar por los derechos, fomentar la equidad y promover la innovación. Las cinco razones de su importancia son:
-
Proteger la privacidad en la era digital
Durante su funcionamiento, la IA procesa volúmenes ingentes de datos personales, en ocasiones sin conocimiento de los mismos y, sobre todo, sin consentimiento. La IA permite, entre otras cosas, la vigilancia y el perfilado.
Mucha gente usa aplicaciones como VPNs con la intención de protegerse, a menudo eligiendo una IP España, para evitar los rastreos o para poder acceder a contenidos regionales. Pero estas soluciones son temporales. Por consiguiente, la regulación ha de definir los límites del uso de las bases de datos.
-
Prevenir daños en contextos críticos
En áreas como la sanidad, el transporte, las finanzas o la seguridad pública, el fallo de una IA puede producir efectos graves; desde diagnósticos erróneos hasta detenciones injustas. La regulación garantiza que estos sistemas de información sean auditados, supervisados por personas y revisados antes de ser usados.
-
Asegurar transparencia y rendición de cuentas
Muchos modelos de IA funcionan como “cajas negras”, sin una explicación de cómo llegan a sus decisiones, lo que crea desconfianza y dificulta la supervisión. La regulación ha de garantizar que los desarrolladores documenten y expliquen el funcionamiento de sus sistemas, sobre todo cuando tienen un impacto en derechos, servicios o libertades.
-
Favorecer la igualdad y evitar la discriminación
Los sistemas de IA pueden reflejar y magnificar los sesgos que están presentes en los datos con los que fueron entrenados. De esta forma se pueden llegar a reforzar desigualdades, lo cual es especialmente obvio en procesos de contratación, vigilancia policial o acceso a créditos. Los marcos regulatorios han de exigir auditorías, medidas de mitigación de sesgos o un diseño inclusivo que proteja a los grupos vulnerables.
-
Promover una innovación responsable
La regulación adecuada no paraliza el avance, sino que lo guía. Reglas inequívocas permiten a las empresas y a los desarrolladores crear soluciones responsables y sostenibles. Introducir principios como la transparencia, la privacidad y el control humano desde el diseño de inicio, hace que la IA ayude al interés público y no únicamente a los intereses empresariales.
Retos en la Regulación de la IA
La tecnología avanza más rápido que la regulación. Regular demasiado puede paralizar la innovación, regular muy poco deja a la sociedad indefensa. Aparte, los sistemas de IA tienden a evolucionar y funcionar en múltiples países, lo que complica su fiscalización.
Pero también existe un déficit técnico en los legisladores. Para regular bien, es necesaria la colaboración entre ingenieros, juristas, éticos y miembros de la sociedad civil.
El rumbo que queda por recorrer
La gobernanza no puede ser pasiva. Los gobiernos han de trabajar en la educación digital, idear mecanismos de control e incorporar a la ciudadanía. No podemos depender de herramientas para preservar nuestra intimidad como usuarios. La responsabilidad ha de recaer en la ley, la norma y las autoridades.
Conclusiones
Es posible que la IA sirva para bien en la sociedad, pero es necesario regularla, ya que, de otra forma, podría exacerbar desigualdades y hacer que se pierda confianza. De nuevo, la regulación no es un impedimento; al contrario, debe ser la base sobre la que construir la idea de un desarrollo sostenible y justo.
Si las herramientas nos ofrecen una protección escasa, la seguridad sólo puede venir dada desde marcos de gobernanza sólidos, inclusivos y con un objetivo claro: el bienestar de todos.