La majestuosidad de Pakistán: entre el mar y el cielo (I)
Fermando Novo Lens | 9 de diciembre de 2020
Cuando alguien nos menciona Pakistán… ¿qué es lo primero que nos viene a la mente? ¿Qué conocemos de este país de 220 millones de habitantes y que, con 803.000 km², es casi tan grande como España e Italia juntas?
Si practicas el alpinismo seguramente sabrás que en este país se encuentran 5 de los 14 ochomiles que esperan a los más de 300 españoles que, cada año, acuden a la aventura de coronar esas cimas. El más famoso de ellos, en la parte noroeste de la cordillera del Karakórum, quizás sea el K-2 con sus 8.611 metros. O también conocerás que este país tiene 68 picos de más de 7.000 metros que también os esperan; entre ellos, la montaña más alta del mundo que con sus impresionantes y peligrosos 7.453 metros todavía permanece invicta, el Muchu Chhish.
Si la historia es uno de tus intereses, habrás leído que este país es la cuna de tres culturas: la Mehrgah (7.000 – 3.300 a.C.), la del Valle Indo (3.500 – 1.500 a.C.) y la Ghandar Budista (1.500 a.C. – 500 d.C.).
Supongo que habrás oído hablar de Malala, la joven pakistaní que defendió, a riesgo de su vida, el derecho a la educación para las niñas y mujeres y que fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2014.
Si te apasiona la arqueología quizás hayas visitado algunos de los 6 lugares patrimonio de la UNESCO que hay en suelo pakistaní. Aquí podrás encontrar desde las ruinas arqueológicas de Mohenjo-Daro, ciudad con 5.000 años de antigüedad, a las ruinas de Takht-i-Bahi, que es un complejo que acoge un antiguo monasterio budista (siglo I a.C.) pasando por el Fuerte Rhotas, que, construido entre 1539 y 1545, es una maravillosa muestra de la arquitectura militar musulmana.
Pero la sorpresa que te puedes llevar es que además de estos seis sitios oficialmente reconocidos, es tan grande la riqueza histórica de Pakistán, que tiene 26 lugares más que están siendo considerados para ser patrimonio de la UNESCO. Lugares tales como la mezquita Badshahi, la mezquita Wazir Khan, el Templo Katasraj, las tumbas Chaukhandi, el fuerte Derawar, etc. Todos ellos forman una riqueza de incalculable valor y majestuosidad que merecen la pena ser visitados…y admirados.
Si disfrutas de la naturaleza en su estado más puro, quizás sabrás que Pakistán acoge 29 parques naturales. Conocerás que la gran variedad de estos parques comprende desde los que tienen picos nevados y glaciares (Central Karakoram National Park), hasta los que tienen desierto (Lal Suhanra), pasando por valles (Broghil Valley) o lagos (Lulusar-Dodopat National Park). La gran diversidad y riqueza de los paisajes hará las delicias de los viajeros más exigentes. ¿Te atreverías a visitarlos?
Fuerte Altit (Hunza). Cordillera del Karakórum. (cortesía de la Fundación Aga Khan)
Y si, simplemente, has tenido ocasión de visitar un restaurante pakistaní, habrás podido degustar algunos de los riquísimos platos tales como, Qorma (carne con curry), Karahi (carne frita con otros ingredientes), los Kebabs, el arroz Basmati, los variados tipos de pescado y, como postre, Zarda (arroz dulce) o el Kheer (pudding de arroz). Todos estos manjares ponen de relieve, ante los huéspedes, la variada herencia gastronómica de una mezcla ancestral de las múltiples culturas que allí coexistieron.
Pero vamos, de todas formas, a quienes ya lo conozcan un poco o a quienes deseen conocerlo, presentarles un país rico en contrastes y con una hospitalidad maravillosa.
Haciendo frontera con Irán, Afganistán, China e India, Pakistán tiene una situación estratégica en Asia puesto que es la confluencia del Asia Central, Meridional y Occidental.
Es un país que va desde el nivel del mar a los 8.611 metros de su pico más alto. Imagínense toda la variedad paisajística y humana que allí tienen cabida y que están preparados para recibir al visitante.
Para quienes hayáis estado en Pakistán… ¿os acordáis de vuestra primera toma de contacto con el país? ¿Fue al aterrizar en el aeropuerto internacional de Islamabad, en de Lahore o en el de Karachi? ¿Cuáles fueron vuestras primeras impresiones?
También se podría entrar por carreteras, pero puesto que en algún caso la frontera está cerrada y en algún otro es, ciertamente, una aventura, la mayoría de los visitantes llegan por avión a cualquiera de los aeropuertos antes comentados.
Empezaremos el recorrido no desde la altitud de la capital, Islamabad, sino a nivel del mar, por Karachi, la ciudad más poblada del país, que es a su vez su capital económica y financiera; bañada por el mar Arábigo y con los dos puertos más importantes de Pakistán, Karachi y Bim Qasim.
La antigüedad de esta ciudad data de la época de Alejandro Magno, cuyos ejércitos utilizaron el entonces llamado puerto de Krokola para embarcar a su regreso a Babilonia. Por esta ciudad pasaron los árabes, los mongoles, los británicos y es, por tanto, una ciudad que hace honor a la mezcla de razas e influencias de todos estos pueblos y de quienes llegaron de otras partes del país y del extranjero.
En 1947, cuando Pakistán alcanzó su independencia, fue la capital oficial del país; título que ostentó hasta 1958, cuando Rawalpindi recogió este testigo y más tarde lo hizo Islamabad. No obstante, con sus 16 millones de habitantes, Karachi es una ciudad activa y cosmopolita que espera con las mejores muestras de hospitalidad para acoger a quien a ella llega.
Karachi tiene muchos monumentos y sitios que ofrecer al visitante, pero lo que no puedes dejar de ver es el mausoleo Mazar-e-Quaid, donde descansa el fundador de Pakistán, Muhammad Ali Jinnah. Otro monumento es el Palacio de Mohatta, que un rico comerciante construyó para que el descanso a nivel del mar hiciera recuperar de su enfermedad a su esposa enferma.
Y muy cerca del puerto de Karachi se encuentra Port Grand, un complejo en donde podrás degustar las más variadas delicias gastronómicas con los amigos, ver espectáculos, divertirte… No lo olvidarás. Y por cierto, no te sorprendas… o mejor aún, puedes sorprenderte y maravillarte por las obras de arte con ruedas que son los camiones, autobuses y coches que están profusamente decorados con vivos colores y que son una alegría para la vista. Los verás por las ciudades y carreteras y siguen una costumbre que data de los años 20 del pasado siglo.
Una vez que has visitado Karachi te recomiendo una excursión a poco más de 100 kilómetros de distancia, en donde se encuentra la antigua ciudad de Thatta, ya que posee dos monumentos que son patrimonio de la Humanidad, la mezquita de Shahjahan y las necrópolis de la colina de Makli.
Y tras volver a Karachi y emprender, desde allí, un viaje por carretera de 700 kilómetros en dirección norte que nos permitirá ascender desde el nivel del mar hasta los 1.680 metros de altitud, llegaremos a la capital de Balochistán, Quetta, que es la ciudad del país asentada a mayor altura. También podrás llegar en avión al aeropuerto internacional que tiene la ciudad.
En el “Jardín frutal de Pakistán” como se conoce a Quetta, es una ciudad de un millón de habitantes, se encuentra el Servicio Geológico de Pakistán, que es la agencia estatal que, desde 1947, se encarga de estudiar los recursos naturales del país y de cuidar y lanzar las advertencias a la población ante los posibles desastres naturales. Como atractivos naturales se pueden visitar el Parque Nacional Hazarganji Chiltan y el Lago Hanna.
Desde Quetta y a casi 1.000 kilómetros de distancia hacia el este (por la ruta norte) está la ciudad de Lahore, la segunda ciudad más poblada del país con sus 11 millones de habitantes y considerada la capital cultural de Pakistán. De hecho, en esta ciudad se encuentra el famoso Aitchison College, donde forman a sus alumnos siendo conscientes y respetuosos con su historia y tradiciones mientras desarrollan un compromiso con la excelencia para su desempeño como líderes en un futuro no lejano.
¿Sabíais que esta ciudad, desde 1994, está hermanada con Córdoba? ¿y también que a esta ciudad se la conoce también por el nombre de “Lollywood” debido a que es el centro de la industria cinematográfica de Pakistán? Si tienes suerte hasta podrías ver algún rodaje….
En Lahore se encuentra la Ciudad Amurallada, así como el Fuerte Lahore y los Jardines de Shalimar, ambos declarados lugares Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Fuerte Lahore. (cortesía de la Fundación Aga Khan)
No puedes dejar de ver la Mezquita Wazir Khan que es, sencillamente, impresionante. Los frescos que decoran el interior de la Mezquita y los azulejos que revisten los exteriores hacen de esta Mezquita una obra de arte del imperio mongol. La Mezquita Wazir Khan fue restaurada a partir de 2009 gracias a la dirección de la Fundación Aga Khan y el gobierno de Punjab y con las donaciones de los gobiernos de Alemania, Estados Unidos y Noruega. Existen muchas más obras arquitectónicas patrimoniales que, en la actualidad, están en proceso de restauración.
Para reponer fuerzas puedes visitar la “Street food” en donde encontrarás todo tipo de restaurantes para degustar una maravillosa variedad de comidas.
Si continuamos hacia el norte, y después de haber recorrido poco más de 300 Kilómetros, llegaremos a la que fue capital el país entre 1959 y 1967, Rawalpindi. Esta ciudad está muy próxima a la capital actual, Islamabad y con sus 2 millones de habitantes es uno de los principales centros industriales del País.
Sin ser tan grande como las ciudades que hemos mencionado anteriormente, puedes elegir entre actividades en la naturaleza, ya que cuenta con el Parque Nacional Ayub o el paraje natural de Nila Sand; visitar monumentos, como el Fuerte Sangni o la mezquita Gulshan Dadan Khan o bien, si deseas mezclarte con la gente, acudir al Bazar Raja o recobrar fuerzas en Pindi Food Street. Esta última, es una calle con un ambiente impresionante, sobre todo por las noches. Como su nombre indica, la calle es una continuación de restaurantes a ambos lados de su trazado, tanto para comer en el interior de estos como para elegir la comida que desee e ir a las terrazas exteriores y en donde podrás degustar todo tipo de comidas, desde la local, a la siria, italiana, etc. No tiene pérdida, ya que innumerables motos y coches aparcan a ambos lados de la calle delante de los restaurantes. Merece la pena hacer esa visita gastronómica. Buen ambiente, buena gente…. y mucha animación, tanta que, a veces, se hace difícil caminar sin tropezar con personas, carretas o algún burro que lleva carga.
Y por último dejamos Rawalpindi para ir hacia la capital, Islamabad. Estemos atentos, ya que solo 15 kilómetros separan a estas dos ciudades…