La majestuosidad de Pakistán: entre el mar y el cielo (II)

Fermando Novo Lens | 17 de diciembre de 2020

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Islamabad, la orgullosa capital de Pakistán cuyo nombre significa “ciudad del Islam” y que, con su millón y medio de habitantes, es un destino para el turista al que le gusta la escalada o las rutas de montaña, además de los servicios que, como capital ostenta es un sitio que no debemos dejar de visitar.

Islamabad fue planificada en los años 60 para sustituir a Karachi como capital. De este gran proyecto se encargó el famoso arquitecto griego Constantinos A. Doxiadis. El nuevo emplazamiento buscaba un clima benigno y una mejor ubicación y logística con respecto a otras ciudades.

Es obligada una visita a la mezquita Faisal que, con una capacidad para 100.000 personas, es una de las mezquitas más grandes del mundo. Y es espectacular, tanto en su exterior, con su gran patio adosado y las fuentes que en él se encuentran, como en su interior, con la gran lámpara central suspendida desde lo alto que ilumina a los fieles que, sobre la gran alfombra roja, se reúnen para orar. Su forma recuerda a la de la tienda de un beduino del desierto flanqueada por cuatro minaretes. Y se encuentra situada en el extremo norte de la ciudad y al pie de las colinas de Margalla, las estribaciones occidentales de la cordillera del Himalaya.

También merece la pena realizar una visita el Monumento Pakistán, que con su forma de 7 pétalos representa la importancia de la unidad de todas las gentes de Pakistán. Los cuatro pétalos grandes homenajean a las cuatro diferentes culturas de las gentes de Pakistán (Punhabi, Balochi, Sindhi y Pakhtun). Los tres pétalos pequeños representan: las minorías, Azar Kashmir y Gilgit Baltistan. Estos pétalos se ciernen sobre la estrella y la media luna de la bandera de Pakistán a las cuales hacen ademán de proteger.

El patrón de Islamabad fue el sufí Bari Imam (nombre real: Shah Abdul Latif Kazmi, 1617-1705) y merece la pena visitar el santuario que lo venera, cuyo nombre completo es Hazrat Bari Imam Sakar. Está en Nurpur Shaham, a los pies de Margalla Hills, a solo 24 kilómetros de Islamabad y es visitado por miles de personas diariamente. Artísticamente es una preciosidad y podrás disfrutar de la paz y armonía que se respiran en el lugar en contraste con el bullicio y ajetreo de la capital. En el interior de la construcción, en su centro se halla la tumba con los restos del santo sufí, dentro de una base octogonal de paredes de cristal que permiten su contemplación y rezos por parte de los fieles que lo visitan. Y todo esto está coronado en lo alto por una preciosa cúpula con filigranas.

Y si te gusta el contacto con la naturaleza, tienes tiempo y te gusta la escalada, en las proximidades de Islamabad tendrás la posibilidad de hacer escalada en Margalla Hills, donde hay abiertas más de 70 rutas con grados de dificultad que van desde al 4a al 8a.

Pero también puedes hacer actividades un poco más relajadas como visitar el Parque Nacional de Ayub, el Lork Visra Heritage Museum (dedicado al folklore pakistaní) o la National Art Gallery donde podrás apreciar las exposiciones de artistas pakistaníes contemporáneos. También podrás visitar otros museos como el Taxila, el Golra Sharif, etc. que te permitirán conocer, comprender y apreciar más la historia y la cultura de este pueblo.

En fin, hay tantas cosas interesantes que ver en esta ciudad, de la que se dice, que es una de las ciudades modernas más bonitas de Asia Meridional, que no te aburrirás.

Sin embargo, lo más imponente y espectacular se encuentra yendo un poco más al norte del país, en Gilgit-Baltistán. En esta región se encuentran el K-2 y el Nanga Parbat. Y como te podrás imaginar, los paisajes de esta zona son espectaculares. Tienes por ejemplo, el valle de Hunza, los Parques Nacionales de Deosai y de Khunjerab, etc. en fin, podrás disfrutar de una naturaleza casi virgen y en su máxima expresión.

En Hunza podrás visitar el Fuerte Altit con unas vistas impresionantes del pueblo y la zona (sobre todo si las ves desde su tejado); o las poblaciones de Shigar, a una altitud de 2.230 metros, famosa por sus parajes para hacer trekking y podrás alojarte en el restaurado Fuerte Shigar, así como diferentes mezquitas antiguas. Shigar es la puerta de entrada al Karakúrum, donde los alpinistas podrán disfrutar de 5 de los ochomiles, incluido, lógicamente el K-2.

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Foto del Fuerte Shigar y una vieja casa restaurados. (cortesía de la Fundación Aga Khan)

Otro lugar especial es Khaplu. Se encuentra a casi 400 kilómetros de Hunza. Allí podrás admirar la mezquita Chaqchan, que posee una antigüedad de 700 años. Su interior es de madera tallada y desde la galería exterior, también de madera, podrás acceder a unas impresionantes vistas al valle Hushe, desde donde haciendo trekking podrás llegar si te gusta la escalada a los picos de Masherbrum, K-6, K-7 y Chogolisa. 

También podrás alojarte en el Fuerte Khaplu (hoy Khaplu Palace) que fue maravillosamente restaurado entre 2005 y 2011, gracias al compromiso y la sensibilidad del Aga Khan Trust for Culture dentro de su Programa de Ciudades Históricas.  Hoy día es un alojamiento de primer nivel donde podrás descansar, hacer senderismo y disfrutar de las vistas espectaculares del Karakórum.

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Palacio Khaplu (cortesía de la Fundación Aga Khan)

Toda esta zona de Gilgit-Baltistan es un paraíso por sus paisajes y la calidez y hospitalidad de sus gentes. Te encantará.

Para adentrarnos en el alma de este país, deberíamos también tener muy presente su cultura, su arte, su música, etc. como las manifestaciones mas elevadas de su espíritu, su sentimiento y su identidad.
Allama Muhammad Iqbal (1877-1938) es considerado como el poeta nacional y padre espiritual de Pakistán. Además de ejercer como abogado, fue doctor en filosofía y poeta. Sus poesías en lengua urdu y persa, hablaban sobre la creación de un estado musulmán independiente de la India británica y fueron la inspiración del estado de Pakistán. 
También escribió en inglés y punjabi. Algunas de sus obras son: Ashrar-i-Khudi, Rumuz-i-Bekhudi o Piyaara Jedi.

Precisamente en 1933 Allama Iqbal realizó un viaje a España y visitó la Mezquita de Córdoba. Le impresionó tanto dicha mezquita que le dedicó un poema llamado “Masjid-i-Qartaba (La Mezquita de Córdoba). En su poesía también habla de la influencia de los musulmanes en España, a la que iluminaron con sus diferentes artes y ciencias, mientras que en el resto de Europa se vivían tiempos oscuros.

Syeda Parven Shakir (1952-1994), fue poeta, maestra y funcionaria del Estado de Pakistán. Fue una voz femenina en la literatura en lengua urdu que habló de las diferentes vivencias y sentimientos femeninos. Brillante poetisa, en su memoria, todos los años se celebra en Islamabad un festival de literatura en urdu. En 1990 fue galardonada con el premio “Pride of Performance”, el más alto reconocimiento en literatura en Pakistán que premia la labor de un autor y reconoce su contribución literaria al país.

Escritora desde temprana edad, tiene en su haber famosas obras como Khushbu (Fragancia), Khud-Kalaami.

En este punto, y hablando de cultura como motor de educación y desarrollo de las personas y los países, me gustaría hablaros de Malala Yousafzai. Malala desde niña fue una defensora del derecho de las niñas a recibir educación y debido a esa defensa de los derechos básicos sufrió un atentado por parte de un grupo terrorista vinculado a los talibán cuando regresaba a su casa en un autobús escolar, a la edad de 15 años. Felizmente, después de muchos cuidados médicos en hospitales de Pakistán y el Reino Unido y de su fuerza personal y voluntad de vivir, se recuperó. Siguió difundiendo los ideales del derecho a la educación para todas las niñas. Y, con 17 años, recibió el Premio Nobel de la Paz, siendo la persona más joven que ha recibido dicho galardón. 

Malala creó la Fundación Malala (malala.org), desde donde trabajan para conseguir que se haga realidad el derecho a la educación para todas las niñas y mujeres del mundo y evitar así el trabajo infantil, los matrimonios a edades tempranas, y todas las situaciones de conflicto, pobreza, etc. que hacen que las niñas no se puedan desarrollar íntegramente como personas en el ejercicio de sus derechos fundamentales.

Y si de cultura y educación estamos hablando, es justo y necesario hablar del importante esfuerzo y trabajo continuado que la Fundación Aga Khan (www.akdn.org) está llevando a cabo en zonas pobres y marginadas de muchos países (y, entre ellos Pakistán) en favor de la educación, la salud y nutrición, agricultura y seguridad alimentaria, etc.

Por su importante labor la Fundación Aga Khan ha obtenido numerosos reconocimientos internacionales. Esta Fundación, desde que en 1905 implantó la primera escuela en Gwadar (Balochistán), se ha ido desarrollando en el país y actualmente, a través de su Servicio de Educación, dirige 156 escuelas y 5 albergues en Pakistán y proporciona formación primaria y secundaria a más de 44.000 niñas y niños. También llevan a cabo, a través de su Escuela de Enfermería la formación de muchos estudiantes y, a través de su Instituto para el Desarrollo de la Educación, han formado a más de 36.000 profesores y profesoras.

En cuanto a su compromiso en el campo de la sostenibilidad, por poner un ejemplo de su labor, el pasado 2 de noviembre se inauguró en Karimabad (Karachi) un bosque urbano como primer paso para crear áreas verdes en todas las escuelas que el Servicio de Educación Aga Khan gestiona en Pakistán. Esta Fundación ya ha plantado más de 100 millones de árboles en Pakistán ayudando a transformar zonas degradadas en espacios verdes.

Si continuamos hablando de cultura, hablemos de música. La música clásica pakistaní es un compendio de las músicas tradicionales que había en las zonas de Asia que convergen en ella y de las influencias de las diferentes civilizaciones. Algunos instrumentos musicales datan de hace 5.000 años, cuando, en la zona se estableció la Civilización del Valle Indo y del período budista. 

Durante el período musulmán se establecieron las gharanas, como escuelas de música, con una estrecha relación de enseñanza entre el profesor y el alumno. Podemos hablar del Gazhal, como un tipo de odas o poemas que hablan del dolor de una pérdida o separación y de la belleza del amor a pesar de esa pena. O también del Qawwali, que es una canción sufí. Todas estas demostraciones musicales datan de hace varios siglos y han sobrevivido hasta nuestros días, donde han sido interpretadas por diferentes artistas como el famoso Nusrat Fateh Ali Khan, fallecido en 1997 y al que sus poderosas dotes vocales le valieron la consideración del mejor intérprete asiático de Qawwali o la internacionalmente reconocida Farida Khanum, como intérprete de Gazhal, por poner dos ejemplos.

Dependiendo de la zona del país existen también muchas y variadas formas regionales de música, como son las Balochi, Punjabi, Sindhi, Pashto, etc. Reflejan las tradiciones, historia, vivencias y sentimientos en cada una de las cuatro regiones del país y para cada pueblo que las habitó. Instrumentos como la flauta de 7 agujeros, el rubab y el armonio son típicos a la hora de interpretar dichas melodías.

La música actual se presenta en forma de pop, rock, hip hop y música para películas. Películas que se realizan, principalmente, en Lahore y en Karachi.
Otra de las manifestaciones artísticas como es la artesanía, influenciada por su historia y diferentes civilizaciones, tiene sus manifestaciones a la hora de hacer las famosas alfombras, tallas de madera, el latón y otros metales, calzado, azulejos de cerámica, lámparas de camello o joyería.

Finalmente, es necesario resaltar las excelentes relaciones diplomáticas que existen entre ambos países y que están basadas en la amistad y confianza. Estas relaciones bilaterales son las que, desde la embajada pakistaní, su embajador Khayyam Akbar y sus funcionarios diplomáticos se esfuerzan en difundir y acrecentar, haciendo de dicho país, un destino en el que allá donde te dirijas, cualesquiera que sean los lugares que visites, o las gentes con las que tengas relación, comprobarás la famosa hospitalidad pakistaní. Te tratan como su invitado y se interesan por ti y te cuidarán. La hospitalidad tiene una justa fama por lo que te invito a experimentarla y a compartir con tus anfitriones muchos buenos momentos.

Pakistán es un país con una historia, una situación estratégica y un pasado que le ha permitido ser una mezcla de culturas que merece la pena estudiar, descubrir y comprender; es una perla por explorar en un país grande y lleno de lugares naturales por conocer, recorrer y disfrutar; es un territorio con una diversidad grande de contrastes y etnias que tiene en común, su maravilloso sentido de la hospitalidad que harán que nos encontremos como en casa y entre amigos.