Los primeros auxilios, también psicológicos
18 de diciembre de 2024
No solo tienen sentido los primeros auxilios para atender problemas físicos, sino que también hay que entenderlos y saber aplicarlos cuando sobrevienen crisis emocionales imprevistas en situaciones tales como el entorno laboral. No es extraño que estas situaciones sucedan. Como señala Verónica Díaz, líder de desarrollo de proyectos y trasformación en Quirónprevención Colombia, “las crisis son estados temporales de agitación o desorganización en los que nos vemos desbordados a la hora de afrontar una situación o problema”. Y el entorno profesional es propenso a estas situaciones.
Los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP)
Las crisis psicológicas pueden manifestarse mediante síntomas físicos, cognitivos y emocionales. Los síntomas físicos pueden ser palpitaciones, deseo de llorar, sudor excesivo, temblores musculares, dolor de cabeza, mareos, falta de coordinación o náuseas. Los síntomas cognitivos se reflejan a través de pensamientos negativos, sensaciones de inseguridad, confusión, ideas catastrofistas, dificultad para tomar decisiones o para pensar con claridad. Finalmente, las crisis emocionales producen en el sujeto sentimientos de desamparo, tristeza, miedo, ira, culpa o distanciamiento.
Una herramienta para brindar alivio emocional inmediato en estas situaciones de crisis son los denominados Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) que pueden ser aplicados por cualquier persona que haya sido entrenada en los protocolos y técnicas adecuadas, y con los cuales se busca aliviar la tensión creada por el suceso, disminuir los síntomas agudos de estrés, ofrecer protección y seguridad, y facilitar la adaptación y derivación a profesionales específicos de salud mental o a redes de apoyo, en caso de ser necesario.
Por eso es importante que las empresas, instituciones y organizaciones se comprometan en el cuidado y la promoción de la salud emocional mediante la adopción de medidas organizacionales y el fortalecimiento de las habilidades individuales de sus colaboradores. De entrada, es importante que la propia empresa y el colectivo laboral tengan detectados los factores que pueden afectar el clima laboral o generar un ambiente hostil en el trabajo, de modo que se puedan adoptar medidas preventivas que favorezcan un entorno de trabajo saludable.
A nivel individual, la organización puede entrenar voluntarios en atención de emergencias emocionales, fortalecer en los líderes las habilidades de empatía y detección temprana y establecer pautas de cómo intervenir de manera oportuna y pertinente ante una situación crítica de un colaborador, adoptar un botiquín de primeros auxilios emocionales o fortalecer equipos de trabajo resilientes, entre otras acciones. Conocer y promover los primeros auxilios psicológicos en un ambiente laboral le permite al equipo y a la organización dar soporte en situaciones de crisis, facilitar la restauración del equilibrio emocional, acompañar en el proceso de adaptación, así como promover el bienestar mental de sus colaboradores.
Qué hacer y qué no hacer
Pero más allá de una planificación más precisa de los primeros auxilios psicológicos en cada empresa, es importante que cada persona, a título individual sepa qué debe hacer y qué no debe hacer si se encuentra una crisis de estas características en un compañero de trabajo. Lo que no debe hacer es aumentar el nivel de ansiedad o de presión sobre la persona afectada por la crisis. Por tanto, no procede, por ejemplo, interrumpirla mientras habla, ni hay que manifestar poca atención a lo que dice, ni hacer gestos como mirar el reloj o indicar que se tiene prisa. Conviene evitar frases o requerimientos tales como pedirle calma o tranquilidad de manera imperiosa y, por supuesto, no se le debe restar importancia a la crisis.
Por el contrario, ¿qué se debe hacer? Lo primero de todo, reconocer las propias emociones, comprobar que uno se encuentra en un estado de calma suficiente para ayudar al compañero, porque, en caso de detectar en uno mismo miedo o angustia, es preferible buscar a otra persona que le asista. Es importante ofrecer una escucha activa a la persona en crisis e invitarla a que hable lo más detalladamente posible sobre lo ocurrido, sobre lo que piensa y lo que siente, dándole la importancia adecuada a sus palabras. Hay que hacerle preguntas buscando su empatía y procurando entender sus reacciones. Es bueno explicar a la persona alguna técnica de respiración e invitarla a realizarla, y en todo caso buscarle un espacio adecuado e invitarla a caminar. Si la situación se alarga o se complica, hay que conectar con la red de apoyo familiar o personal del afectado y derivar a las líneas de ayuda disponibles: atención de emergencias emocionales, profesionales de la empresa o sistema público de salud.
En todo caso, hay que aprender a prestar primeros auxilios psicológicos porque, como señala Verónica Díaz, “debemos ejercitarnos en construir redes que nos sostengan en las diferentes circunstancias de nuestras vidas”.