Uzbekistán eterno: globalización en la Ruta de la Seda (II)
Fermando Novo Lens | 19 de febrero de 2021
La segunda ciudad para descubrir es Samarcanda, la cual, ubicada en el valle de Zarafshan y con una antigüedad de 2.700 años, está situada a 308 kilómetros de Tashkent. Si deseas hacer el viaje utilizando el Talgo “Afrosiyab”, este trayecto en el tren de alta velocidad te llevará 2 horas y 10 minutos.
La ciudad precursora de Samarcanda se llamó Afrasiyab (s. VII a.C.). Alejandro Magno la conquistó 400 años después (329 a.C.) cuando se llamaba Maroqanda y de ella dijo con admiración: ”cuanto he oído sobre su belleza es cierto, salvo que es todavía más hermosa de lo que podía imaginar». Del siglo VI al XIII, pasaron por la ciudad turcos, árabes, persas, samánidas, seléucidas. En 1220 fue saqueada por los mongoles de Gengis Khan. En el siglo XIV (1369) fue el centro y capital del imperio del conquistador mongol Amir Temur (Tamerlán).
Samarcanda fue una de las capitales más importantes de la antigua Ruta de la Seda y se alza en la dura estepa de la Transoxiana, entre los ríos Amu Daria (Oxus, en la Antigüedad) y Sir Daria (Jaxartes).
De la mano de Tamerlán y su nieto Ulug Begh, Samarcanda se convirtió en el polo económico, religioso y académico de Asia Central. Concentró la mitad del comercio, la mezquita más grande, las escuelas islámicas más prestigiosas y un observatorio astronómico (el mayor del mundo en aquella época) alrededor del Registán, la imponente plaza que preside la ciudad. Aglutinó, además, a matemáticos, científicos, poetas y filósofos, gracias a los cuales la cultura y el saber islámicos alcanzaron uno de sus momentos más gloriosos
Nos hallamos en la verdadera “tierra del arte”. Esta ciudad dio verdaderamente nombre y sentido al concepto globalización ya que como punto de encuentro entre el este y el oeste fue origen e impulso del intercambio de bienes, de culturas y de ideas. En honor a esta historia, bajo el sobrenombre de “Encrucijada de culturas” fue nombrada Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 2001.
Podrás desplazarte por sus principales calles en sus típicos tranvías de color marrón. Y de esa manera podrás acceder a la Plaza de Registán (“lugar de arena”; nombre debido a que se construyó sobre el lecho seco de un río), que está situada en el centro de Samarcanda. Esta plaza es la imagen típica de Samarcanda. Por aquí pasaban los caminos de la Ruta de la Seda y, por tanto, fue lugar de paso de las caravanas. Tiene 3 madrasas:
– Ulugh Beg (1417-1421). La de la izquierda, según vemos la plaza con las tres madrasas. El nombre es debido al nieto de Tamerlán. Fue destinada al estudio de la ciencia, la astronomía, la filosofía y la teología.
– Sher-Dor (1619). La del centro. Como curiosidad, posee una fachada en la que se representan dos tigres con dos ciervos y dos soles. El tigre representa al estudiante que desea aprender, el ciervo al conocimiento y el sol, al maestro. Tiene escritas suras del Corán sobre los dinteles de las puertas, que están construidas un poco más bajas de lo normal, para que los estudiantes pudieran leer las suras al entrar y al salir y se agachasen ante ellas en señal de respeto. En esta madrasa se encuentra la tumba del santo Imam Muhammad ibn Djafar.
– Tilla-Kari (1646). (“cubierta de oro”). A la derecha. Es famosa su cúpula central, azul por fuera y por decorada con una fina capa de oro en su interior. Se dice que hay 3 kilos de oro pulverizado en el techo interior de la cúpula.
Plaza de Registán (cortesía del Ministerio de Turismo de Uzbekistán)
Los estudiantes de las madrasas, además de estudiar también vivían allí. Las puertas que se ven pertenecían a las habitaciones de los estudiantes. Estas madrasas estuvieron impartiendo sus enseñanzas hasta 1925-28 (época de Stalin).
Por la noche en esta Plaza de Registán, hay un espectáculo de luz y sonido en 3D (3D Light Show) en el que, sobre las fachadas de las madrasas (sobre todo, la madrasa central) se relata la historia de Uzbekistán. No te lo puedes perder. Es espectacular.
Y como entre visitas y espectáculos es necesario reponer fuerzas, espectacular te parecerá el mercado central de Siyob (Siab Bizori), que se encuentra a solo 2 kilómetros de la Plaza de Registán. Es el mercado principal de Samarcanda. Al cruzar el umbral de mercado uno se encuentra entre la abundancia de colores, olores y sonidos. Sin duda, para ver toda la belleza y riqueza del mercado oriental, es mejor visitarlo en verano o a principios de otoño. En esta época es prácticamente imposible enumerar todo lo que se pueda ver en el mercado: frutas de varios colores, bayas, hortalizas, melones, sandías, trigo, maíz y otros cereales, verdura, etc. Se venden productos (y se pueden probar) no solo dentro, sino también en los numerosos puestos que hay por fuera.
Además, Samarcanda es conocida por su pan. Hay cerca de 17 recetas de pan que se fueron perfeccionaron lo largo de los siglos. El pan debía conservarse fresco y sin estropear durante mucho tiempo, debido a que los nómadas y mercaderes hacían trayectos largos con sus caravanas y mercancías. Este pan permanece tierno, sin endurecerse, durante un largo tiempo y no pierde su sabor. Avicena (médico y filósofo) escribía del pan de Samarcanda lo siguiente: “Quien por la mañana come el pan con unas pasas, peras secas o cacahuetes, estará saciado durante todo el día.
Otro lugar para visitar es la Mezquita de Bibi-Khanym (“primera esposa”), en donde se encuentra la tumba de la esposa de Amir Temur. Fue construida entre 1399 y 1404, cuando Amir Temur regresó victorioso de la campaña de la India. En la construcción de esta mezquita (para darnos una idea de su magnitud, su puerta principal tiene más de 35 metros de altura) trabajaron los mejores arquitectos de la época, e incluso llevaron 95 elefantes desde la India para facilitar la construcción.
Cuando hablamos de Samarcanda y su importancia como centro cultural también nos estamos refiriendo al Observatorio de Ulugh Beg. Mirzo Ulugh Beg (1394-1449) fue un sabio astrónomo y matemático. A este observatorio, que tiene 30 metros de altura y 3 plantas cubiertas con azulejos, llegaron astrónomos famosos de otras partes del mundo. Aquí se demuestra el interés en el conocimiento y el avance de la ciencia en un período en el que en Europa se estaba en la Edad Media, con sus oscuridades y limitaciones.
No es posible dejar de visitar el Mausoleo Gur-i Emir (“Tumba del rey”), donde reposan los restos de Tamerlán. Hay ocho tumbas blancas y una negra, que es la que contiene los restos del conquistador. Su epitafio: «Si yo me levantase de mi tumba, el mundo entero temblaría» está cargado de leyenda: el 22 de junio de 1941, el mismo día en que el arqueólogo Mijail Gerasimov exhumaba su cadáver, Hitler invadía Rusia.
Puerta de entrada Gur-i Emir (cortesía del Ministerio de Turismo de Uzbekistán)
Se pueden visitar el museo de artesanía, donde contemplaremos los artesonados, pinturas, alfombras, tapices, trabajos en madera (muebles, puertas, columnas), etc. y el museo Afrosiyob, en el que hay restos arqueológicos hasta la conquista árabe, monedas, pinturas, alfombras. Todas ellas son muestras de un rico y variado pasado.
En las afueras de Samarcanda podremos visitar el mausoleo del Profeta Daniel, en el que encontraremos un sarcófago de 18 metros de largo (decían que, cada vez, los restos de dicho Profeta crecían y, al parecer, siguen creciendo…y con ellos, el sarcófago) y los peregrinos lo rodean dando vueltas. Hay una fuente de la que brota agua a la que se le señalan propiedades curativas y todos los que han probado el agua señalan su sabor dulce y agradable. Se considera que el agua cura no solo el cuerpo, sino también el alma. Enfrente de la tumba hay un árbol muy antiguo en donde los creyentes rezan a los restos del Santo y luego atan una cinta en sus ramas.
En este punto, hay que decir que, en el año 1404, el embajador español, Rui González de Clavijo (bajo las órdenes de Enrique III de Trastámara, rey de Castilla y León) encabezó una delegación para visitar a Tamerlán y proponerle una alianza contra de los otomanos ya que había sido el único capaz de frenar su expansión en la batalla de Ankara (1402). Nuestro embajador llegó a la corte de Tamerlán el 31 de agosto de1404 y permaneció allí tres meses. Dijo de la ciudad de Samarcanda: “Es tal la riqueza y abundancia de esta capital que contemplarlas es una maravilla”. Pero finalmente la alianza no pudo concretarse porque Tamerlán falleció el 17 de febrero de 1405, mientras la comitiva diplomática regresaba a España para informar. No llegaron a su destino, Sanlúcar de Barrameda, hasta casi un año después, el 1 de marzo de 1406.
En realidad, fue el segundo contacto que hubo entre España y Uzbekistán, ya que unos años antes le precedieron como embajadores Don Pelayo de Sotomayor y Don Fernando de Palazuelo, y el propio Tamerlán devolvió estos cumplidos con un representante, Mohamed Alcagi, que llegó a Castilla con dos damas españolas (Doña Angelina de Grecia y Doña María Gómez) rescatadas de manos otomanas.
Una vez visitada Samarcanda, podremos continuar viaje para conocer “la perla de Uzbekistán”, la ciudad de Bukhara (Buhara, Buxoro). Con sus 400.000 habitantes y situada en un gran oasis del desierto de Kysyl Kum, se dice que tiene 2.500 años de antigüedad y su centro histórico es lugar Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1993.
En los tiempos de la Ruta de la Seda, Bukhara fue uno de los centros religiosos y económicos más importantes del mundo islámico, ya que fue en esa época y en esta ciudad donde se encontraban las más de 350 mezquitas y de 100 madrasas. Era la ciudad más sagrada de Asia Central. “Ciudad bendecida por Dios” también la llamaban. Era una ciudad de poesía, mitos y religión. Esta ciudad, en el siglo I, se convirtió en un importante enclave donde se reunían eruditos en diferentes ciencias, poetas y artistas.
De hecho, Buhkara tuvo la primera mezquita de Asia Central, que llegó a ser el mayor centro de estudios. Tenía en torno a 200 universidades en las que miles de alumnos procedentes de diversas zonas geográficas estudiaban el Corán y donde también impartían sus enseñanzas personajes de la talla del médico, filósofo y científico Ibn-i-Sina (Avicena), nacido en la ciudad en el año 980, o del poeta Hak’m Abul-Q’sim Firdaws, quien dedicó 30 años a escribir la más grande epopeya de la dinastía samánida. Su universidad era la que acogía más alumnos después de la de Baghdad.
En Bukhara, entre otras, podrás ver:
La Mezquita Char Minar. Construida en 1807 por al califa turcomano Nijazkul. Tiene cuatro minaretes de los cuales, en el de atrás a la derecha podremos ver una estatua con un nido y dos cigüeñas.
El Mausoleo del Iman Albujari. Construido en 1998. Es un lugar de peregrinación que reúne unos 600.000 hadices. Buhoju (810) fue el gran teólogo de Oriente.
La Madrasa Nadir-Diwan-Begi. Sobre la puerta principal aparecen representadas dos garzas volando y un rostro humano, en contraposición a la prohibición islámica de reproducir imágenes.
El complejo Pol-i-Kalam, que está formado por tres construcciones:
– Madrasa de Mir-i Arab. Del siglo XVI. Tiene 114 celdas, el mismo número que suras tiene el Corán.
– Mezquita de Kalam (año 795), con el mausoleo de Ismail Samani (siglo X). Tiene un patio inmenso en el que podrían llegar a rezar unos 12.000 fieles. A ambos lados del patio interior nos encontramos dos grandes galerías abovedadas, de color blanco y ladrillos, en las que hay 288 cúpulas y 208 columnas.
– Minarete de Kalan (año 1127). Con 9 metros de diámetro en la base y 6 en la cúspide, a donde se llega después de subir 105 escalones, tiene 46 metros de altura (y otros 11 metros bajo el suelo) y se llama también “Torre de la muerte” porque desde esa altura se lanzaba a los condenados a muerte. Por la noche se iluminan los focos que hay alrededor de su base y los de la cúspide, en la que hay 16 ventanas y las luces del minarete iluminan toda la plaza. Es espectacular. Es el símbolo de Bukhara. Se puede disfrutar tomando una bebida desde una terraza cercana desde la cual se ve la plaza. Este es el minarete que respetó Gengis Khan cuando conquistó Bukhara.
Sobre este minarete existe una leyenda que cuenta que una vez vivió un rey (Shah) cruel, y fue tan severo, que todos los culpables eran arrojados desde lo alto. Pero él tenía una esposa muy inteligente, y todas las obras de Shah pasaban por ella. Cuando el Shah supo esto, se enojó mucho y decidió arrojarla desde el minarete más alto. El último deseo de su esposa era lucir todos sus vestidos. El Shah estuvo de acuerdo y cuando ella saltó desde el minarete, su vestido se hinchó en paracaídas y la ayudó a aterrizar suavemente. Después de este acto de valentía, el Shah se dio cuenta de su error, perdonó a su esposa y canceló la pena.
Atardecer en Poi Kalyan (cortesía del Ministerio de Turismo de Uzbekistán)
También es interesante para visitar la Madrasa de Abdulaziz Khan. Construida en 1652 por arquitectos traídos de China e India. Se dice que es la más bonita de Bukhara. Está decorada con la técnica del trampantojo lo que hace que parezca que tiene conchas huecas. En su puerta principal se ve el dibujo de un dragón chino y del pájaro legendario llamado Semurg (o Simurgh).
La ciudadela o Fortaleza Ark, del siglo IV a.C. Era el palacio del Emir. Hasta 1920 fue la residencia del gobernador de Bukhara. En su patio hay un sillón en donde era coronado el gobernador.
La Mezquita de Bolo-Hauz (1718). Tiene 20 columnas de madera en su entrada, de una altura de 12 metros cada una. Está situada frente a un estanque, en el que se reflejan dichas columnas y parezca que tenga 40, y por eso también la llaman “la mezquita de las 40 columnas”.
Y si en algún momento deseas descansar y reponer fuerzas, puedes ir a Lyab-i Hauz. Construido entre 1568-1622. Se trata de un complejo de restaurante-parque-estanque en el corazón de la ciudad. Son curiosas las figuras de camellos recostados y de pie al lado del estanque, que tiene 42 metros de largo y 36 de ancho y donde los visitantes se paran para hacerse unas fotos. Al anochecer la gente va a relajarse y cenar en sus mesas al aire libre alrededor del estanque y con música en directo y focos que proyectan luces de diferentes colores. Podremos ver también la estatua de Nasredin Hodja (un filósofo y sabio popular) montado en un burro.
Son famosas sus marionetas. La tradición de las marionetas se remonta al siglo IV. Al principio se hacían de madera y posteriormente las hicieron de cerámica. Desde principios del siglo XX se fabrican con papel maché. Se empieza dibujando el personaje y luego se modela en plastilina. Posteriormente se hace un molde en escayola y sobre él se van aplicando capas de papel de periódico, agua y harina. Una vez que la mezcla está seca, se le da un recubrimiento con pigmentos aceitosos coloreados. Se tarda alrededor de una semana en hacer una buena marioneta a mano.
Bukhara fue también conocida como “la ciudad de los 1000 mercados”. Mercados como Bazaar Taki-Zargaron o Karavan Bazaar tienen de todo lo que el visitante pueda desear y ver.
Es interesante visitar la fábrica de bordados de oro de Bukhara. Se pueden admirar esos trabajos en las prendas de hombre y mujeres. Además, los bordados de oro también alcanzan a otros artículos domésticos, como cojines, fundas de almohada, colchas de boda, cortinas de nicho, alfombras de oración, etc.