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Tenemos que asegurarnos de que cada declaración que hacemos tenga datos que lo respalden, de lo contrario estamremos cayendo en prácticas de "Green Washing"

La sociedad está cada vez más concienciada con el del cambio climático y exigen a las empresas que sean consecuentes con ello, ¿de qué manera han abordado esto desde Timberland?

Desde la perspectiva de Timberland, nuestra estrategia de sostenibilidad comenzó hace 30 años, porque el negocio que hacemos contribuye al cambio climático queramos o no. Durante este tiempo hemos podido notar que una de las partes más importantes de nuestro impacto venía precisamente de las materias primas que utilizábamos, así como su producción. En ese entonces calculamos el impacto para estudiar los datos y poder minimizarlo tanto como fuera posible, pero nos dimos cuenta de que llegaba un punto en que tratar de minimizar ya no era lo suficientemente bueno, porque estábamos tratando de mantener un sistema que al final no dejaba de estar “roto”. El año pasado nos comprometimos a crear productos para el 2030 que tuvieran un impacto neto positivo en el planeta, es decir: que la cantidad de CO2 que vamos a “secuestrar” lo largo de nuestros procesos de producción, pueda ser devuelto a través de nuestros procesos agrícolas para que la diferencia sea mayor al final. Al hacerlo, nos aseguramos de hacer todo lo posible para asegurarnos de que estamos haciendo todo lo posible contra el cambio climático. Para lograr esto se plantean dos objetivos: el primero está relacionado con la ecología circular, asegurarnos de que para el 2030 nuestros productos sean 100 % capaces de formar parte de un sistema circular de producción, de modo que minimicemos el desperdicio que genera la producción. Y, en segundo lugar, hacer que todas nuestras materias primas provengan de fuentes regenerativas a través de la agricultura regenerativa, un proceso que imita la forma en que la naturaleza trabaja en un ambiente salvaje que ayuda a fortalecer la salud del suelo, conservar el agua y contribuir a la biodiversidad. 

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¿En qué medida limita ese compromiso con la sostenibilidad los diseños y ventas de Timberland? 

Más que una limitación, nosotros lo vemos como una nueva oportunidad. Durante muchos años, el diseño y la producción han ido por caminos distintos, pero ahora tienen que ir de la mano el uno con el otro, lo cual nos ha dado la oportunidad de buscar material nuevo para poder explorar nuevos procesos y seguir innovando. Por supuesto, ciertos materiales como, por ejemplo, el cuero que proviene de estas técnicas regenerativas tiene un precio más alto por su producción, pero a medida que sea un estándar dentro de la industria, más accesible será ese mismo precio en el mercado, lo que para nosotros ahora es más parecido a una inversión para dar lugar a un nuevo estándar. Abordamos este reto desde tres ángulos: la sostenibilidad, el rendimiento y el estilo. Al final, hay que ofrecer al cliente un producto que sea atractivo y responda a sus expectativas, puesto que no podemos destruir la relación que hemos construido con ese cliente durante tantos años.

¿Y con los del mercado en general? ¿Cómo hacer para distinguirse de unos competidores que usan exactamente la misma estrategia?

En ese aspecto, durante muchos años previmos que este iba a ser el estándar, por lo que nos alegra ver que de alguna manera estamos liderando el mercado con esta estrategia (cuantas más empresas decidan unirse, mejor). Desde la perspectiva de Timberland, lo que nos diferencia es una visión sólida para el 2030. Probablemente seamos una de las marcas más voluminosas del mercado en este momento que se ha comprometido con el tema del cambio climático y con los productos de estrategia neta positiva. También los materiales que utilizamos provienen de fuentes naturales y nuestro compromiso con la agricultura regenerativa. Sobre estos dos pilares son sobre los que confiamos al fin y al cabo en seguir liderando el mercado al tiempo que tengamos la oportunidad real de ayudar a combatir el cambio climático

¿Cuáles son las principales barreras para la ejecución de esta estrategia?

El más importante es que la sostenibilidad requiere de un cambio sistémico que no puede venir solo de Timberland. Todas las marcas tienen que participar, por lo que es necesario que haya sólida red de colaboración en la industria para que podamos trabajar en un entorno competitivo que nos ayude a aprender unos de otros. Por supuesto, hay otros desafíos operativos como las fuentes de materia prima, algunos materiales no son muy asequibles en el mercado y que deben crearse desde cero que obviamente lleva mucho tiempo de producción y adaptación. Y también tenemos, la educación del consumidor, volverle un agente más activo desde una perspectiva de sostenibilidad para que elija sabiamente, para que reconozca el impacto que tienen sus hábitos en esta materia.

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Un peligro de subirse al barco de la sostenibilidad es el llamado “Green Washing”, es decir, que sea solo como un gesto ¿De qué manera se puede hacer una campaña sincera sin caer en esta práctica?

Hay un elemento importante a tener en cuenta: los datos y la ciencia. Tenemos que asegurarnos de que cada declaración que hacemos tenga datos que lo respalden, si no entonces estamos cayendo en prácticas de «Green Washing». Timberland siempre ha apostado por tener suficientes datos para demostrar que un material es más sustentable que el otro. Por ejemplo, el invierno pasado lanzamos un producto llamado “Green stride” que es una espuma que forma parte de la suela, y está elaborado con un 75 % de materiales renovables, caña de azúcar y caucho cultivado de forma responsable, para ser más específicos. Sabemos exactamente lo sostenible que es este material porque todo está medido para tener los datos exactos que respaldan cada campaña que hacemos.