Cinco claves para medir el impacto de una organización

Redacción | 10 de enero de 2023

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¿Por qué es necesario medir el impacto de nuestras acciones? Es importante demostrar que se cumplen nuestros objetivos de sostenibilidad y poner en valor las medidas que se hayan adoptado (o que vayan a adoptarse en un futuro) en este ámbito para contribuir a la mejora de nuestra sociedad. Tanto por cuestiones de regulación y de responsabilidad social corporativa, ya habituales, como por los réditos que pueden aportar desde el punto de vista económico, a través de ahorros y creación de riqueza sostenible, de ayudas públicas o de inversores que apuestan por criterios ESG, que se apoyan en la transparencia y la ética corporativa.

A todo ello hay que añadir la confianza que se va a transmitir a todos los grupos de interés al estar mucho más alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Y, por supuesto, demostrar que estamos comprometidos con el entorno que nos rodea para lograr así una mayor ventaja competitiva.

En definitiva, no podremos gestionar el impacto generado sin medir y evaluar. Y la evaluación del impacto generado supone vez más una necesidad a integrar en la gestión de las organizaciones.

De las reflexiones extraídas de este encuentro, en el que 8 socios del Club Excelencia en Gestión presentaron cómo están midiendo el impacto de su organización: Alberta Norweg, Barcelona de Serveis Municipals, Hospital Universitario Moncloa, HM Hospitales, Ibercaja, Mercamálaga, Siemens y TSB, el Club Excelencia en Gestión ha elaborado el siguiente listado de recomendaciones:

LAS CINCO CLAVES PARA MEDIR EL IMPACTO DE UNA ORGANIZACIÓN

  1. ¿Qué clase de impacto generamos?: Para poder gestionar y mejorar algo, debemos medirlo. En el caso del impacto, hay que tener en cuenta si es positivo o negativo, intencionado o no, directo o indirecto y cómo es de importante para nuestros grupos de interés. También es esencial saber sobre quién se genera el impacto, si impacta en todos nuestros grupos de interés, si aportamos beneficios a personas desatendidas o en situación de vulnerabilidad, cuánto de ese impacto podemos atribuirnos y qué riesgos existen con la puesta en marcha de nuestras medidas.
     
  2. Elegir un estándar de referencia: Aunque no hay ninguno que siga pautas consensuadas, hay un buen número de marcos de medición impulsados por el entorno inversor que llevan fijadas variables de impacto social, económico y medioambiental que podemos adoptar. En este sentido, se pueden consultar las directrices marcadas por el Impact Management Project, que desde 2016 ha estado trabajando con la idea de crear un consenso mundial sobre cómo medir y evaluar en este ámbito.
     
  3. Identificar los aspectos a evaluar: Y dar una métrica concreta a cada elemento evaluable en base al propósito de la organización, por un lado, y por otro a las necesidades, requerimientos y expectativas de los grupos de interés: clientes, empleados, inversores, proveedores y la propia sociedad. No podemos olvidar que poner en valor la contribución de la organización va a servir para mejorar su reputación, su credibilidad de cara al exterior y el compromiso de los que la conforman. Y, en consecuencia, también sus resultados.
     
  4. Verificar la información recabada: Algo que se puede hacer revisándola y comparándola con criterios externos para garantizar que es fiable, completa y precisa. También puede ayudar en este sentido fomentar un diálogo transparente con los grupos de interés, ya que puede aportarnos diversas percepciones. Todo ello enriquece la toma de decisiones estratégicas, ayuda a identificar nuevas oportunidades de negocio y responde a las demandas de aquellos grupos vinculados a nuestra organización.
     
  5. Integrar y actuar: Una vez recabada y cribada la información obtenida llega el momento de tomar decisiones, adoptar nuevas medidas y corregir actuaciones que no han tenido el resultado esperado, sin perder de vista aquellos aspectos con mayor potencial de afectar a la viabilidad de la organización o su valoración empresarial. Además, es muy positivo comunicar los impactos que se generan y poder compartirlos o comparar con los de otras organizaciones similares a la nuestra, para poder seguir mejorando a través del benchmarking.

La medición de impacto es un proceso largo de aprendizaje continuo, por eso, cualquier paso en esta dirección es un avance hacia un modelo de sociedad más inclusiva, justa y sostenible.

Esta filosofía de medición está muy presente en el Modelo EFQM, modelo de gestión impulsado en España por el Club Excelencia en Gestión. El Modelo EFQM es una herramienta que permite medir el grado de madurez de la gestión, a nivel integrado, de una organización, para afrontar de forma ágil la transformación, necesaria para la sostenibilidad de cualquier organización a lo largo del tiempo, buscando un equilibrio entre la mejora de su funcionamiento en el presente y su preparación para el futuro.