Las tres conductas claves para alcanzar el bienestar financiero explicadas por la psicología
Marcarse objetivos realistas, no autopresionarse en exceso ni someterse a objetivos muy estrictos son tres de las claves para mejorar la salud financiera y, con ella, el bienestar emocional, afirma el banco online N26. Con motivo del Mes de la Concienciación sobre la Salud Mental, celebrado en mayo, la entidad ha colaborado con la profesora y doctora Mira Fauth-Bühler, neurocientífica y catedrática de psicología económica y neuroeconomía de la Universidad FOM de Stuttgart, para definir los hábitos que ayudan a mejorar la relación de las personas con el dinero. Aunque una importante parte de las causas que generan ansiedad respecto a las finanzas personales no son controlables, es posible desarrollar hábitos que inciden en la toma de decisiones económicas haciendo que estas sean más conscientes.
1. Evitar compras compulsivas
El estrés y el mal humor suelen encontrarse detrás de las compras impulsivas que frecuentemente acaban en arrepentimiento, asegura Fauth-Bühler. El malestar emocional provoca que la región de control del cerebro humano se “desconecte”. Esto resulta problemático dado que esta zona es la responsable de gestionar los objetivos a largo plazo, retrasar la gratificación y resistir los impulsos y tentaciones. En su lugar, el sistema de recompensa toma el timón, demandando una gratificación instantánea para sentirse mejor. Asimismo, el tiempo y la presión temporal son los principales enemigos del pensamiento racional. «Si no se dispone del tiempo necesario para reflexionar sobre el comportamiento, las posibles alternativas y consecuencias, el sistema de recompensa toma el control», afirma Fauth-Bühler.
Ambos escenarios suelen acabar en esas compras impulsivas y decisiones financieras cuestionables. Por eso, un primer paso crucial hacia un comportamiento de gasto más consciente es ser capaz de identificar nuestros patrones de consumo. Desde N26 recomiendan identificar los factores (el inicio de las rebajas, por ejemplo) y las situaciones (irse de compras tras un mal día) que incitan al gasto compulsivo para evitarlo.
2. Ahorrar sin presión
Según se desprende del análisis llevado a cabo por Fauth-Bühler, “el cerebro humano no está hecho para ahorrar ni tomar decisiones financieras inteligentes”. Al contrario, el ser humano está “programado para buscar gratificaciones instantáneas y el cerebro rechaza la espera o las recompensas a largo plazo. Por ello, gastar resulta mucho más fácil que ahorrar o invertir”.
Para aliviar la presión del sistema de control a la hora de tomar decisiones conscientes de ahorro, N26 sugiere definir objetivos a largo plazo y hacer uso de herramientas que permitan automatizar el proceso para evitar así tener que tomar decisiones activas. Las herramientas digitales son una buena alternativa, ya que simplifican y automatizan el proceso de ahorrar. Por ejemplo, N26 permite establecer reglas automáticas para sus espacios (subcuentas) que transfieran regularmente una cantidad preestablecida. Otra función que el usuario puede elegir automatizar es el “Redondeo”, que, como su nombre indica, redondea las compras al euro más cercano y traslada el excedente a un espacio de ahorro designado por el cliente. Cabe destacar que en el primer año tras su lanzamiento, esta herramienta permitió a los clientes de N26 ahorrar más de 12 millones de euros.
Estos son ejemplos de cómo establecer un comportamiento de ahorro basado en el hábito, que se guía por el «sistema de recompensas» y, debido a su automatización, requiere un menor esfuerzo y energía, liberando al usuario de la presión o el rechazo que a menudo conllevan las decisiones de ahorro activo.
3. Marcarse objetivos realistas
Los hábitos de gestión responsable del dinero no se establecen de la noche a la mañana y fijarse demasiados objetivos financieros o poco realistas puede ser incluso contraproducente, ya que «tratar de controlar demasiados impulsos a la vez aumenta el riesgo de fracasar”, apunta Fauth-Bühler.
En su lugar, el banco online recomienda dividir los objetivos de ahorro en hitos más pequeños y formularlos de la forma más específica posible. «Cumplir los objetivos conlleva una sensación instantánea de gratificación y, debido a un proceso de refuerzo positivo (reflejado neurobiológicamente en una explosión de dopamina), es más probable que la persona repita el comportamiento que dio lugar a ese éxito”. En última instancia, esto fomentará el bienestar financiero y mejorará la relación con el dinero, ya que se asociarán las emociones alegres del éxito y los logros con el ahorro.