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Francesc Rufas

Profesor de EAE Business school

En septiembre, la inflación en España ha bajado al 1,5%, un dato que no veíamos desde hace tres años y medio. Este descenso es un respiro en medio de un contexto económico que ha sido, sin duda, complicado. Desde 2021, en plena pandemia, hemos estado lidiando con subidas constantes de precios que han impactado tanto a familias como a empresas. Ver que la inflación se sitúa en este nivel tan bajo es una noticia positiva que merece ser celebrada.

Desde junio, cuando la inflación estaba en un 3%, hemos sido testigos de una tendencia a la baja. En julio se redujo al 2,8% y en agosto al 2,3%. Este descenso no es casual, ya que ha estado impulsado principalmente por la disminución de los precios de los carburantes y, en menor medida, por la caída de precios en alimentos, ropa y calzado. Este alivio es crucial para los consumidores, que han estado sintiendo la presión del aumento de precios en sus bolsillos.

Además, es relevante mencionar que la inflación subyacente, que excluye elementos más volátiles como los combustibles y algunos productos alimenticios, ha caído al 2,4%. Esta cifra, por debajo de las expectativas más optimistas, nos da una señal alentadora de que los precios podrían estar estabilizándose.

Efecto en los tipos de interés

Un efecto inmediato de esta caída en la inflación es la reducción de los tipos de interés, especialmente el euríbor, que es fundamental para muchas hipotecas en España. Después de años de incrementos por parte del Banco Central Europeo (BCE) para combatir la inflación post-pandemia y otros conflictos globales, los tipos de interés comienzan a relajarse. El euríbor ha pasado de un 4,16% en octubre del año pasado a un 2,079% ahora. Esto es una gran noticia para familias y empresas, ya que significa cuotas mensuales más bajas y, en consecuencia, mayor capacidad de ahorro y consumo.

Impulso a la inversión y el empleo

La reducción de los tipos de interés también tiene un impacto positivo en la economía en general. Con costes de financiación más bajos, las empresas pueden sentirse más motivadas a invertir en nuevos proyectos, lo que puede traducirse en más empleo y un mercado laboral más dinámico. Además, la caída en la rentabilidad de los bonos puede llevar a los inversores a buscar alternativas en acciones e inmuebles, lo que podría animar aún más la economía.

Mejora del poder adquisitivo

Para los trabajadores, esta bajada de la inflación representa una mejora en el poder adquisitivo. A medida que los salarios se ajusten al IPC del año anterior, que era considerablemente más alto, los empleados verán cómo sus ingresos ganan capacidad de compra. Este panorama es favorable no solo para el gobierno, sino también para la ciudadanía en general, ya que estimula la economía desde diversos frentes.

No todo son buenas noticias

A pesar de este panorama optimista, no podemos ignorar los riesgos geopolíticos que aún acechan. La guerra en Israel y la posible implicación de otros actores internacionales pueden desestabilizar el mercado energético global, lo que podría llevar a un repunte en los precios de los hidrocarburos y, por ende, a una nueva escalada en la inflación.

Con todo esto, la notable reducción de la inflación en España es motivo de celebración y puede tener efectos positivos en la vida diaria de todos nosotros. Sin embargo, debemos estar atentos a los desafíos que podrían surgir en el futuro, ya que la volatilidad internacional puede tener repercusiones que todavía no hemos anticipado.