Javier Cuervo

Profesor del Grado de ADE en UNIE Universidad

El pasado lunes 27 de enero, el mercado tecnológico vivió un momento histórico. NVIDIA, la empresa que ha liderado la revolución de la inteligencia artificial sufrió una caída del 16,86% en sus acciones, lo que se tradujo en una pérdida de 589.000 millones de dólares en su valor bursátil en un solo día. Esta crisis no afectó solo a NVIDIA: en conjunto, las empresas tecnológicas estadounidenses perdieron más de 1,5 billones de dólares en valor de mercado. La única excepción fue Apple, que registró un aumento del 3% en sus acciones.

Detrás de este desplome bursátil estuvo el lanzamiento de DeepSeek V3, un nuevo modelo de inteligencia artificial desarrollado por una startup china con menos de dos años en el mercado. Su aparición no solo ha sacudido a los gigantes de la IA, sino que también ha reabierto el debate sobre el valor real de las empresas tecnológicas y su posible sobrevaloración.

La inteligencia artificial ha sido el gran motor de crecimiento de la tecnología en los últimos años. Empresas como NVIDIA, Microsoft y OpenAI han impulsado inversiones millonarias en el desarrollo de modelos avanzados de IA, promoviendo la idea de que estamos en una nueva revolución industrial. Sin embargo, el lanzamiento de DeepSeek V3 ha puesto sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿estamos en una burbuja de la inteligencia artificial?

DeepSeek ha logrado lo que hasta hace poco parecía imposible: lanzar un modelo de IA de alta capacidad con un costo de desarrollo significativamente menor que sus competidores. Mientras OpenAI habría invertido más de 100 millones de dólares en entrenar su modelo GPT-4, DeepSeek afirma haber gastado solo 5,6 millones de dólares. Este dato, de ser cierto, podría significar que el mercado ha estado sobrevalorando el costo real del desarrollo de IA y, por lo tanto, el valor de las empresas que dominan este sector.

Por otro lado, no es solo una cuestión de costos. Hasta ahora, el desarrollo de la inteligencia artificial ha estado altamente centralizado en pocas empresas con acceso a grandes infraestructuras computacionales. Modelos como DeepSeek, que apuestan por el código abierto, podrían descentralizar este mercado y cambiar las reglas del juego, permitiendo que muchas más empresas adopten IA sin depender de gigantes tecnológicos.

Más allá del impacto en los mercados, el desarrollo de inteligencia artificial tiene un potencial transformador para las empresas, especialmente en el ámbito de la automatización.

Uno de los grandes avances que traerá la IA en los próximos años es el desarrollo de agentes inteligentes capaces de ejecutar tareas repetitivas de manera autónoma. A diferencia de los chatbots actuales, que solo responden a preguntas, estos agentes podrán realizar procesos completos de forma automática. Esto significa que muchas tareas administrativas, de soporte o incluso de ventas podrían automatizarse sin intervención humana.

Los primeros ejemplos de esta tendencia ya están en marcha. OpenAI, por ejemplo, está desarrollando Operator, un modelo que podrá navegar por la web, completar formularios, gestionar correos electrónicos y realizar otras tareas empresariales sin intervención humana. Esto podría suponer un cambio radical en la productividad, permitiendo que las empresas reduzcan costos operativos y enfoquen su talento humano en tareas de mayor valor estratégico.

Sin embargo, esto también abre un debate económico importante. Si la IA es capaz de realizar tareas que hoy dependen de trabajadores humanos, ¿qué impacto tendrá en el empleo? La automatización impulsada por IA no solo afectará a los sectores industriales, sino también a empleos administrativos, legales, financieros y de atención al cliente. Empresas que hoy cuentan con grandes equipos de back-office podrían reducir drásticamente sus estructuras, generando mayores márgenes de rentabilidad, pero también un impacto social significativo.

El crecimiento explosivo de la inteligencia artificial ha impulsado el valor de empresas como NVIDIA, Microsoft y Alphabet, con valoraciones que han alcanzado niveles récord. Sin embargo, la caída reciente de NVIDIA y el impacto de DeepSeek han puesto en duda si estas empresas realmente valen lo que el mercado ha estado dispuesto a pagar por ellas.

La inteligencia artificial tiene un gran potencial, pero la rentabilidad de las empresas tecnológicas sigue siendo incierta. Muchas compañías están invirtiendo miles de millones en el desarrollo de IA sin un modelo de negocio claro que garantice retornos inmediatos. Esto ha generado preocupaciones sobre una posible burbuja en el sector, similar a la burbuja de las puntocom en los años 2000.

El anuncio de Donald Trump de invertir 500.000 millones de dólares en infraestructura de IA en EE.UU. en los próximos cuatro años es una señal de que los gobiernos también están apostando por esta tecnología como un pilar del crecimiento económico. Sin embargo, la entrada de nuevos competidores, como DeepSeek, podría acelerar la caída de algunas empresas que hoy dominan el mercado, especialmente si pierden su ventaja competitiva frente a modelos más accesibles y económicos.

Para los ejecutivos y líderes empresariales, la evolución de la inteligencia artificial no solo es una cuestión tecnológica, sino un desafío estratégico.

Por un lado, la IA ofrece oportunidades sin precedentes para mejorar la eficiencia, reducir costos y aumentar la competitividad. Empresas que integren inteligencia artificial en sus procesos podrán optimizar sus operaciones y diferenciarse en el mercado. Pero, por otro lado, la velocidad del cambio también exige una adaptación rápida, ya que los modelos actuales pueden quedar obsoletos en pocos años.

La gran pregunta que deben hacerse las empresas hoy es cómo integrar la inteligencia artificial en sus estrategias sin depender completamente de los grandes jugadores tecnológicos. Modelos de código abierto como DeepSeek podrían permitir una adopción más flexible y personalizada de la IA, sin atarse a los costos y restricciones de proveedores como OpenAI o Google.

Además, es importante evaluar el impacto financiero real de la IA en los negocios. No se trata solo de automatizar tareas, sino de repensar modelos operativos completos. Las empresas que adopten IA de manera inteligente podrán mejorar su rentabilidad y eficiencia, pero aquellas que no adapten sus estructuras corren el riesgo de perder competitividad.

La inteligencia artificial es un cambio de paradigma que transformará no solo la tecnología, sino la economía global. Sin embargo, su adopción debe estar basada en criterios estratégicos y financieros sólidos, evitando caer en la sobrevaloración de empresas o tecnologías que aún tienen mucho por demostrar.