Y ahora, ¿qué pasa con Jordi?
Con la muerte de Marta Ferrusola, el clan pierde también a su matriarca
Actualidad | Redacción Ejecutivos | 10 de julio de 2024
Foto: CDC/Jordi Play
Para comprender la situación actual de Cataluña es esencial conocer a quienes durante 23 años llevaron el mando de la región: el clan Pujol. La reciente muerte de Marta Ferrusola, matriarca del clan y líder en la sombra del entramado de poder de los Pujol, nos recuerda que, durante muchos años, los Pujol han sido y continúan siendo protagonistas de uno de los mayores escándalos de corrupción en la historia de Cataluña y España.
Una película mexicana de 1990 titulada “El muerto al hoyo… y el vivo también”, parece más que nunca una realidad. La avanzada edad y el deterioro físico de los acusados anuncian el fatal desenlace. Uno, ya se ha producido… La Justicia en este bendito país es lenta, muy lenta, pero ¿tanto? Sin duda, con la muerte de los acusados los secretos que tanto miedo, respeto y pavor han ocasionado se irán a la tumba con ellos, y más de un partido político descansará también, al igual que más de un medio de comunicación, que también han guardado silencio y… mucho. ¿Por qué? El tiempo lo dirá, o no.
En definitiva, un entramado corrupto por el que aún no han respondido ante la justicia, que parece esperar a que el tiempo les libre de hacer el trabajo sucio. Silencio judicial, silencio mediático, silencio político, silencio, silencio, silencio…
Cataluña siempre ha estado marcada por sus luces y sus sombras. Una de las regiones históricamente más relevantes dentro de España, y al mismo tiempo foco internacional para localizarnos a nivel internacional, hasta el punto de que en la cultura popular era común confundir a Barcelona como capital del país en detrimento de Madrid. Y, sin embargo, en los últimos años esta situación se ha dado de la vuelta de una forma casi inexplicable. De ser uno de los principales centros económicos del país, a una comunidad autónoma de la que huyen las empresas. De ser una región clave para el progreso de Europa, a una de las regiones en las que más florece la inseguridad jurídica y personal. De ser una región de concordia e inspiradora, a ser el ejemplo de la tensión política y territorial.
En julio de 2014, Jordi Pujol confesó públicamente haber mantenido una fortuna no declarada en el extranjero durante más de tres décadas. Esta revelación impactante desató una serie de exhaustivas investigaciones sobre las actividades financieras de su familia y del partido Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Las primeras denuncias sobre el cobro ilícito del 3% emergieron a raíz de estas investigaciones, desvelando un intrincado esquema de corrupción profundamente arraigado.
La confesión de Pujol no solo destapó la corrupción en las filas del CDC, sino que también puso en evidencia cómo la influencia de su familia moldeó la política catalana en todos sus niveles. La complejidad y el alcance de las irregularidades financieras desveladas no solo sacudieron los cimientos de CDC, sino que también suscitaron un amplio debate sobre la ética y la transparencia en la política catalana.
La figura de Jordi Pujol, que durante tanto tiempo fue sinónimo de liderazgo y progreso en Cataluña, quedó irremediablemente empañada, y su confesión marcó un punto de inflexión en la percepción pública sobre la integridad de los dirigentes políticos. Las comisiones ilegales del 3 % – que dieron nombre al caso – sobre el valor de los contratos públicos adjudicados a empresas privadas a cambio de favores políticos, mancharon gravemente la reputación de CDC, planteando serias dudas sobre la integridad del sistema político catalán en su conjunto.
El legado de Jordi Pujol y su partido, lejos de ser unívocamente glorioso, se transformó en un complejo mosaico de logros y escándalos que continúa influyendo en la política catalana hasta el día de hoy, llegando incluso a ser uno de los temas centrales de la recién aprobada Ley de Amnistía.
Marta Ferrusola, la mano que mecía la cuna
Marta Ferrusola ha fallecido víctima del alzhéimer sin haber sido juzgada por los delitos de los que fue partícipe. La esposa del expresidente catalán Jordi Pujol fue una figura clave en el entramado corrupto que caracterizó a su familia. Conocida por su fuerte carácter y mano de hierro, Ferrusola no solo apoyó la carrera política de su marido, sino que también orquestó, junto a sus hijos, una vasta red de negocios ilícitos que involucraba a los principales adjudicatarios de servicios públicos de la Generalitat. Su influencia y determinación fueron cruciales para amasar una fortuna oculta en paraísos fiscales, desafiando cualquier atisbo de transparencia y legalidad.
La matriarca del clan Pujol, más que una figura decorativa, se reveló como la auténtica artífice de los oscuros manejos financieros familiares. Su filosofía de inculcar el valor del dinero a sus hijos derivó en una serie de actividades fraudulentas que durante años burlaron al fisco y las autoridades. A pesar de su apariencia de devoción religiosa y amor por Cataluña, Ferrusola personificó la avaricia y la corrupción que desangraron las arcas públicas y traicionaron la confianza de los ciudadanos. Su legado queda manchado por los escándalos y el desprestigio que envolvieron a su familia, dejando una huella imborrable de corrupción en la historia reciente de Cataluña.
Una trama con ramificaciones y un heredero controvertido
Entre los principales implicados en el caso se encuentran Jordi Pujol y varios miembros de su familia, así como altos cargos de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), como Germà Gordó, Andreu Viloca y Daniel Osàcar. Jordi Pujol Ferrusola, el hijo mayor de Jordi Pujol, enfrenta cargos que podrían llevarlo a una condena de hasta 29 años de prisión. Otros miembros de la familia también enfrentan acusaciones graves, incluyendo blanqueo de capitales y fraude fiscal.
Jordi Pujol Ferrusola, primogénito del expresidente catalán Jordi Pujol, ha sido una figura controvertida en la política y los negocios en Cataluña. A diferencia de la imagen pública de su padre, Jordi Pujol Ferrusola se vio envuelto en múltiples escándalos de corrupción y fraude fiscal que han puesto en entredicho la integridad del llamado clan Pujol. Las investigaciones han sacado a la luz una compleja red de cuentas en paraísos fiscales y operaciones financieras sospechosas, que revelan el amasar de una fortuna oculta durante décadas mientras su padre estaba en el poder. Estos escándalos han erosionado significativamente la confianza pública en la familia Pujol y su legado político.
Las causas judiciales pendientes de Jordi Pujol Ferrusola incluyen acusaciones por lavado de dinero y evasión fiscal, con pruebas que apuntan a la participación de toda la familia en actividades ilícitas. La revelación de estos delitos ha sido devastadora para la imagen pública de los Pujol, resaltando la influencia y control que Marta Ferrusola, su madre, ejerció sobre las decisiones familiares y políticas. Este entramado corrupto, más que una anomalía, parece haber sido parte integral del modus operandi del clan, con Jordi Pujol Ferrusola en el epicentro de las operaciones financieras turbias. A pesar de las numerosas acusaciones y procedimientos legales en curso, Pujol Ferrusola ha mantenido su inocencia, mientras sigue siendo un símbolo de la corrupción que ha manchado la política catalana.
El juez José de la Mata ha sido una figura clave en el avance de las investigaciones. Las pruebas recopiladas incluyen registros de transacciones financieras, testimonios y documentos que muestran cómo se gestionaban las comisiones ilegales. Gracias a su diligente labor, se ha podido destapar una red de corrupción sistémica que implicaba a varios niveles de la administración pública catalana. Los registros financieros detallan cómo se canalizaban los fondos a través de diversas cuentas en el extranjero, mientras que los testimonios de implicados y testigos ofrecieron una visión interna del funcionamiento del esquema corrupto.
Las investigaciones han revelado una estructura bien organizada, donde las comisiones ilegales no solo enriquecían a los individuos involucrados, sino que también financiaban las actividades del partido. Esta red de corrupción sistémica no solo minó la confianza pública en las instituciones catalanas, sino que también exacerbó las tensiones políticas en una región ya marcada por profundas divisiones.
Jordi Pujol, auge y caída de uno de los padres de la Cataluña democrática
Jordi Pujol, nacido en 1930 en Barcelona, es una figura clave en la política catalana, conocido por ser el fundador de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y presidente de la Generalitat de Catalunya desde 1980 hasta 2003. Su gestión se caracterizó por el impulso del autogobierno y la promoción de la identidad catalana, consolidando su liderazgo en el panorama político regional y nacional. Pujol desempeñó un papel crucial en la transición democrática española, abogando por la autonomía y el desarrollo económico de Cataluña.
Sin embargo, su legado se vio empañado por escándalos financieros que salieron a la luz después de su retiro de la política activa. En 2014, Pujol admitió haber mantenido una fortuna sin declarar en el extranjero durante más de tres décadas, lo que desató investigaciones judiciales y un intenso escrutinio público. Este escándalo afectó no solo su reputación sino también la de su familia y su partido, provocando una profunda crisis en el movimiento nacionalista catalán. Tras abandonar la vida pública, Pujol se ha mantenido en un perfil bajo, enfrentando problemas legales y el deterioro de su imagen pública, viviendo en Barcelona con una presencia mínima en los medios.
La influencia de Jordi Pujol en el entramado empresarial
La influencia de los Pujol se extendió en múltiples empresas. Por un lado, en Copisa, quien obtuvo varios contratos públicos, a través de la red de contactos de contactos del propio Pujol y su influencia política. Esto facilitó que Copisa pudiera operar dentro del esquema de comisiones del 3 %. La empresa, en coordinación con altos cargos de CDC, realizaba donaciones a las fundaciones del partido para asegurar contratos. Esta relación simbiótica se mantuvo gracias a la capacidad de los Pujol para manipular los mecanismos de adjudicación de contratos a nivel regional y municipal.
Teyco SL, propiedad de la familia Sumarroca, tenía una relación particularmente cercana con la familia Pujol. Los Sumarroca eran amigos íntimos de los Pujol, y esta conexión personal se tradujo en beneficios económicos significativos para Teyco. La influencia de Jordi Pujol y su capacidad para colocar a aliados en posiciones clave dentro de la administración catalana permitieron a Teyco participar activamente en el esquema de pagos ilegales a cambio de contratos públicos.
Benito Arno e Hijos SA, Deco SA, Impulsa Ortiz SL, Pasquina SA… Muchas fueron las empresas que por congraciarse con el clan Pujol realizaron pagos a las fundaciones de CDC para asegurar contratos públicos, haciendo que la red de corrupción sostenida por los Pujol les permitiera participar en un sistema de adjudicación de contratos que dependía de su capacidad para realizar donaciones a cambio de favores. La influencia de Jordi Pujol y su familia fue fundamental para mantener y operar este esquema de corrupción durante años.
La Ley de Amnistía
Tras la confesión de Pujol en 20214, y en un intento de distanciarse del pasado y renovar la imagen política, el CDC terminó disolviéndose y dando origen al PDcAT. Sin embargo, la sombra del caso del 3 % continuó pesando sobre la nueva formación, afectando su capacidad para recuperar plenamente la confianza de los votantes, que terminó derivando en el bochornoso abrazo a las derivas más independentistas del partido, en un claro intento de huida hacia delante.
De sobra es conocido la perversa influencia que ha supuesto El Procés para el tejido empresarial de Cataluña, suponiendo no solo una notable pérdida de confianza en sus administraciones públicas, sino para toda una generación de políticos, empeñados en defender el legado de un clan que antepuso sus intereses a los de la región que gobernó durante dos décadas.
Las recientes reivindicaciones de Junts Per Catalunya han pasado por presionar para que la polémica Ley de Aministia sea también un paraguas para la familia Pujol. El argumento es prístino bajo su perspectiva, ya que, según Junts, los delitos del clan Pujol están vinculados a la lucha por la independencia de Cataluña. Según sus defensores, la familia Pujol ha sido objeto de una persecución política que busca deslegitimar el movimiento independentista catalán y, por tanto, merecen ser incluidos en la amnistía.
Si la decisión de promover y apoyar la Ley de Amnistía ha puesto al Gobierno de Pedro Sánchez en una posición de gran controversia, con graves consecuencias para la lucha contra la corrupción y la integridad del sistema judicial español, esta última reivindicación supone una gota más de irresponsabilidad por parte del gobierno, que solo retrasa uno de los juicios más importantes del siglo XXI para la sociedad civil catalana y española.
Año tras año vemos como se retrasa cada vez más el juicio contra Jordi Pujol y su clan. El tiempo, con su sabiduría silenciosa, juzga sin prisa, dejando que la verdad florezca entre las ruinas de un olvido que, a pesar de los vaticinios que la difunta Marta Ferrusola hacía hace una década a su marido, no llega.
Con la muerte de Marta Ferrusola, parte de los secretos de los Pujol se van a la tumba. El paso del tiempo parece haber sido una estrategia eficaz para evitar enfrentarse a la justicia. Ahora, con su fallecimiento, la opinión pública se pregunta si los partidos políticos y el sistema judicial esperarán también la muerte de Jordi Pujol – de 93 años de edad – para echar tierra sobre este asunto. El caso del clan de los Pujol siempre olió mal, y la reciente muerte de Marta revive un tufillo político y mediático cuanto menos sorprendente, revelando la persistente corrupción que ha rodeado y rodea a la otrora familia más poderosa de Cataluña.